30 de noviembre de 2015

“A LOS ASTRONAUTAS LES GUSTA MUCHO VOLVER A CASA”

La casa es un organismo reaccionario. Poco tendente a los cambios, la casa es una entidad conservadora, porque roza la esencia más intangible del ser humano y eso, claro, apenas se deja tocar. Por eso tal vez, por defender la casa, como el que defiende a una madre, la humanidad ha estado siempre dispuesta a morir y a matar.
Desde la casa, el hombre se asoma al mundo. La casa es el origen de cada viaje: de todos los viajes. La casa es pues ese invento humano al que uno vuelve, como un Ulises a su Itaca, como un toxicómano reincidente. O como un sonámbulo. Esto se debe a que en la estructura mítica de la casa se encierra el mito de volver a ella. Hasta el punto que se podría definir la casa como aquello a lo que volvemos bajo la implícita promesa de la protección. Sin la casa no hay viaje posible.
Como un caparazón que nos atrae hacia su centro, que nos cautiva e infecta con la sustancia de lo doméstico, la casa nos encadena con una goma elástica invisible, que nos obliga a volver, porque en su interior ofrece el ensueño de descanso, del reposo interior.
Todos somos hijos pródigos, pero de la casa.
Por seguir filosofando, podría decirse que la casa es un punto (mucho más que una línea, o un plano), y que en su centro no está el símbolo del fuego, sea eso una chimenea o una pantalla plana de televisión, sino la promesa de rituales repetidos. Gaston Bachelard dice que la casa tiene una esencia esférica, como un nido. Alessandro Mendini dice que “la casa está quieta mientras la vida se mueve”. Aunque sea eso ya mucha poesía para algo que está vulgarmente cargado con hipotecas, olor a cebolla, desahucios y goteras...
Todo esto me ha dado por pensar al escuchar a Álvaro Siza decir que “a los astronautas les gusta mucho volver a casa”. (Seguro que después de un viaje, Siza mismo vuelve de ese modo a la suya propia). Imagino también, que cuando un astronauta aterriza, el peso y la fuerza de la gravedad, el barro que pisa y el aire que respira, es su casa antes de llegar a su casa.

4 comentarios:

Carlos de Rosario dijo...

que lindo texto Santiago!!!
este es un tema que me apasiona y sobre el que he escrito algunas cosas, será porque mi labor profesional se centra, desde hace casi 20 años, en hacer casas, con todo lo bueno y todo lo malo que eso tiene, con los sinsabores y los malos entendidos, pero también con los buenos momentos fruto del entendimiento profundo entre quien será el usuario de ese objeto y quien se encarga de su proyecto y de su concreción material...

http://www.pointes.es/El-orden-El-caos-Las-casas

Néstor Casanova Berna dijo...

¡Excelente texto!
Es un gusto descubrir su página.
Por mi parte, le invito cordialmente a visitar mi blog, en donde encontrará otros asedios sobre parecidas cuestiones.
teoriadelhabitaruruguay.blogspot.com
Saludos desde Uruguay

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias por leerlo, Carlos. Pocas cosas se me ocurren mejor que hacer casas. Es un campo rico y productivo.
Un cordial saludo!

Santiago de Molina dijo...

Bienvenido Néstor. Estás en tu casa. Visitaré tu página, claro que si.
Mil gracias y saludos