4 de julio de 2016

QUINIENTOS ERRORES


Hoy, aquí, con estas líneas, se cumplen quinientos escritos en el espacio intangible de múltiples. Es el momento, por tanto, de rendir homenaje a cada uno de ese medio millar de errores de los que tanto he aprendido. A cada uno de ellos, que inexplicablemente han goteado semana tras semana desde hace ya más de seis años, incansables por encima de mi propio cansancio, les debo sincera gratitud. A ellos y a quienes los habéis tolerado. 
La acumulación de malentendidos, de esfuerzos por decir de una manera más precisa o afinada pero sólo ser capaz de abandonarlo todo a un estado de perpetuo borrador, es un aprendizaje que finalmente he asimilado al de la posibilidad de ser arquitecto. Perpetrar quinientos errores consecutivos, en parte o por completo, le permite a uno engañarse pensando que cabe construir con palabras como se construye con ladrillos o madera o vidrio. (Se bien que la ficción de este paralelo es otro error, pero para mi ha sido, al menos, un error operativo).
He imaginado que cada una de esas palabras sostenían con su forma, sonido, ritmo y significado, relaciones semejantes al color, textura o dureza de los propios materiales de la arquitectura; que todo escrito y lo construido se debe a una estructura y un fin que en ocasiones hay que buscar a la vez del mismo acto de escribir o construir; que la materia de cada profesión es diferente y que cada una tiene sus propias prerrogativas, pero que en realidad todas las profesiones son la misma. Es decir, que la arquitectura sólo es un arte si también lo son la zapatería, la medicina, la quincallería o la cría caballar, cuando se ejercen de determinada manera... 
Cada uno de estos quinientos errores son, por tanto, un doble homenaje: a la arquitectura, a quien todos estos escritos rondan, y a sus lectores, los arquitectos, compañeros. A aquellos a quienes les ha entretenido, a quienes uno admira tanto y que mantienen el entusiasmo por esa denigrada herencia de Vitruvio. Y a esos otros arquitectos en potencia que han valorado en lo escrito algo que les resultaba resonante. 
Todos sabemos que el  fracaso es poco apreciado por la sociedad, que premia gozosa a quien acierta. El miedo al error es uno de los más paralizantes en el aprendizaje de la arquitectura. Sin embargo navegar con gusto por esos territorios no sólo es un placer sino un extraordinario estímulo. Porque las buenas relaciones con el error son las que condicionan todo aprendizaje y todo acto creativo. Así pues, permitidme presumir de estos errores, (algunos de pura torpeza, otros de fondo, y algunos, pocos, capaces de ser para mi tolerables), porque han hecho de quien esto escribe alguien cada vez más consciente de cometerlos. No hay falsa modestia en esto sino la mera constatación de que somos lo que son nuestros errores, mucho más que lo que sentimos como éxitos. Escribirlos en un papel o construirlos es sólo una manera de hacerlos públicos. De socializarlos. De sacarlos a paseo a que se aireen, y así, hasta la siguiente ocasión.
Gracias a ese millón y pico de amigos que habéis leído y releído este medio millar de fracasos parciales. Escribir ha sido un ejercicio de paciencia. De la vuestra. 
No tengo duda.
Gracias.

18 comentarios:

José Ramón Hernández Correa dijo...

Muchas gracias a ti.
Esperamos otros quinientos errores, y otros mil, y otros diez mil.
Un abrazo.

Santiago de Molina dijo...

Un millón o más de gracias por tu paciencia!! Un fuerte abrazo!!!

José Rivero dijo...

¿Huelo a despedida?

Santiago de Molina dijo...

Hola José,

Nunca se sabe. Por ahora mientras se mantenga el entusiasmo de quien lee esos errores está garantizada su continuidad. Un abrazo y gracias por el comentario.

Javier Ricardo Simón Niño. Arquitecto dijo...

¡Enhorabuena! ¡Gracias! Es duro escribir, plasmar en un texto algo que tenga sentido y despierte interés...¡Y hacerlo quinientas veces! Toda mi admiración santiago.

Santiago de Molina dijo...

Javier Ricardo, Gracias de verdad por tu admirable paciencia, que desborda con mucho la insistencia de las 500 veces que uno ha sido terco en los errores.
Un abrazo!

Unknown dijo...

Escribir como si escribir diera sentido a la vida. Escribir como si escribir fuera el único acto puro de "arquitectura". Escribir como tú escribes, es un regalo, un disfrute, mi querido amigo. A la espera del 501....

Santiago de Molina dijo...

Un abrazo fuerte Mario!!! Gracias por tu constante lectura y amistad!

Francisco pomar dijo...

Muchas gracias por tu sinceridad y tu encantadora manera de escribir sobre todo lo que conforma la arquitectura, da gusto leerte!

Castor dijo...

Puede que hablar de los errores que cometemos nos ayude. Yo nunca he cazado ningun error aquí. Al contrario, cada lectura que he hecho, cada propuesta que nos haces Santiago es para mi una invitación. Como lector, solo vengo aquí sin el epílogo de de ser juicioso. Vengo a dejarme capturar, a aprender o aprehender si cuadra. Desde mi punto de la red tus 500 errores, son 500 puertas.

Un abrazo y gracias por seguir enseñándonos y motivándonos!!

Rodion dijo...

Error, y grave, hubiera sido la omisión. ¿Un error es menos grave si aprendemos algo de él? Probablemente no, pero aprendemos.

Santiago de Molina dijo...

Castor, muchas gracias por ver esos errores como puertas. Lo siento como un verdadero piropo. Un abrazo!

Santiago de Molina dijo...

Hola Ruben,
Muy agradecido por verlos poco graves. Y por aprender de ellos.
Un afectuoso saludo

Tatiana dijo...

Qué envidia de tus estudiantes, ha de ser un honor tenerte como profesor... sin embargo, muchas gracias por regalarnos a todos tan bonitas reflexiones de arquitectura

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias Tatiana, aunque no sé si mis estudiantes estarán muy conformes contigo. A fin de cuentas nunca es uno profeta en su propia tierra.
Me alegra mucho tu confianza y que lo veas inspirador.
Un cordial saludo

Unknown dijo...

Tienes razón Santiago, la arquitectura no tiene nada de epopeya
hay que construir y escribir sobre ella con errores
entonces gracias por compartir estos múltiples errores
abrazo
François

Santiago de Molina dijo...

Gracias a ti François, por leerlos y animar a seguir cometiéndolos, eso sí mejorados!

Santiago de Molina dijo...

Francisco Pomar, no se por que inexplicable motivo, había saltado agradecer tu comentario. De corazón, gracias. Un abrazo