18 de noviembre de 2019

MATERIA FUERA DE SITIO


La suciedad es materia fuera de sitio. La diferencia entre la comida de un plato y la que cae fuera es sustancial. La materia sin sitio se convierte en un resto despreciable cuyo destino es el cubo de la basura. Los zapatos abandonados en mitad de una habitación compartida u abandonados sobre una mesa son más que una falta de consideración hacia los demás, son un signo de contaminación. El polvo y las pelusas que aparecen bajo una cama son una metáfora de la decadencia. También son el comienzo de un desorden más general, entrópico e imparable. La lucha contra esa materia desplazada, errante, es un deber, por tanto, que afecta a la moral. 
Pero, ¿sucede lo mismo con la arquitectura? ¿Puede un edificio estar fuera de sitio en los mismos términos que lo está el polvo o la suciedad? 
La arquitectura debe buscar su sitio, también debe hacerse un sitio. Las relaciones del lugar con la arquitectura son poderosas desde antiguo y constituyen uno de los centros desde donde irradia su fortaleza. Una vez que la simiente de una edificación llega al sitio arraiga en él como lo haría un arbusto. Si encuentra piedras, sus raíces las evitan; si encuentran terreno propicio y húmedo se extienden por él como un lecho alimenticio y confortable. Sin embargo cualquier metáfora resulta pobre para desvelar el misterio y la complejidad de esta productiva y extraña relación. El lugar de la arquitectura, como un viejo vecindario, recibe al nuevo inquilino expectante. Pero ojo como no se muestre amable con la viuda del segundo, no considere participar en las juntas de vecinos o sacuda el mantel por la ventana, porque será tachado de pijo, de maleante o algo mucho peor, de incívico. La ciudad y el paisaje se construyen como una sutil polifonía de voces donde la disonancia no está vedada. Pero ojo como toda esa materia que constituye la arquitectura esté fuera de sitio, porque será tachada de algo peor que de pija y de incívica. 
La materia arquitectónica fuera de sitio es, siempre lo ha sido, un tipo de insufrible suciedad. Se acumula en recintos que acaban siendo calificados de ciudades basura. Solo entonces sus ciudadanos sienten que la basura es un problema de todos.

8 comentarios:

José Ramón Hernández Correa dijo...

Qué lúcido lo de que la basura es materia fuera de su sitio. Qué buen ejemplo el de la comida en el plato y fuera de él.

Santiago de Molina dijo...

Es una cita no literal de algo que dijo Alzheimer (o Barthes)...

Néstor Casanova Berna dijo...

Estimado Santiago: Muy bueno lo que dices y dices bien. Ahora te sugiero un ejercicio que consiste en sustituir en donde has puesto "sitio", poner "lugar". Puede parecer apenas una sutileza, pero creo que hay materia para investigar allí. Gracias por tus aportes semanales, que sigo sistemáticamente

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias por tu lectura, Néstor!
Un matiz interesante

Anónimo dijo...

¿ Y cuál es el sitio del polvo? ¿ Después de comer no queda el plato sucio, siendo el plato lugar de la comida? Un tesoro también puede ser materia ( valiosa) en un lugar que no es el suyo. ¿Dinero o joyas tiradas en el suelo es suciedad? Pienso que la idea de suciedad va más allá de materia fuera de su sitio, por lo que la tesis es errónea.

Santiago de Molina dijo...

Todo es siempre más complejo. Tal vez lleves razón y esté equivocado. En cualquier caso el tiempo también interviene en la creación de la basura. Lo fuera del tiempo, además de anacrónico, también puede generar basura. Los restos de comida en el plato es comida fuera de tiempo (comida estropeada)...
Y por supuesto hay cosas que no pueden estar fuera de sitio porque no tienen sitio. El dinero, por ejemplo.

José Ramón Hernández Correa dijo...

Vuelvo al tema, aunque ya es de hace unas semanas, para comentar un ejemplo.
Hoy mismo, paseando por los jardines de Aranjuez, todo el suelo estaba lleno de hojas caídas, y era bellísimo. (Los colores amarillos, naranjas, marrones...).
Pero sin darme cuenta me he llevado una hojita pegada en la suela de un zapato, y se ha soltado en el pasillo de mi casa. Allí era algo sucio, intolerable; algo que hay que quitar y tirar a la basura inmediatamente.
Toda esa transformación de cosa hermosa a cosa fea y sucia ha sido por cambiar de sitio.
Repito mis felicitaciones.

Santiago de Molina dijo...

José Ramón,
Muchas gracias por el nuevo y pertinente ejemplo. Es verdad lo que dices de las hojas. Y que también las hojas cuando caen sobre el coche lo "ensucian"... Un agradecimiento grande y sonoro por tu ayuda.