24 de octubre de 2022

EN ARQUITECTURA NO HAY LÍNEAS SOLITARIAS


Las líneas de la arquitectura, como los huevos fritos o los calcetines, siempre van en pareja. "Recuerden", decía Matisse, "que una línea no puede existir sola; siempre lleva consigo una acompañante". Esa línea, en ocasiones olvidada (cuando se es muy joven), puede ser suprimida en el dibujo de madurez, cuando se aspira a simplificar y se entiende que toda representación es una mera abstracción. Es decir, cuando verdaderamente se sabe que toda línea, son dos. 
Dicho de otro modo, ningún arquitecto puede construir nada con líneas impares: no puede proyectarse ninguna arquitectura si no es con trazos que signifiquen volúmenes. Por eso, benditas esas parejas de trazos que a veces corren en paralelo y a veces bailan, dejando un espacio intermedio que no tiene por que ser siempre regular. Que retratan las dos caras de un cuerpo de tres dimensiones, por mucho que sea fino como un papel o grueso como los muros de un castillo. Benditas esas líneas mellizas, que dan cuerpo y construyen la arquitectura antes de construirse.

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