13 de junio de 2022

EL TEATRO DIARIO

La historia de Vivian Maier, niñera y fotógrafa, es un gran misterio. Desconocida, tras su muerte y por casualidad, aparecieron miles de fotografías capturadas en las calles de Chicago y Nueva York durante cincuenta años. Lo maravilloso, el vértigo, proviene de saber que no estaban reveladas. Maier disparaba sin fin, sin descanso, y sin la posibilidad de ver el resultado. Sin dinero para descubrir el contenido de sus rollos de película, lo importante para ella era el acto mismo de disparar, la captura, el haber puesto la mirada en un momento y en un lugar irrepetible.
A pesar de no llegar a ver desveladas esas imágenes en vida, su legado y su talla como fotógrafa es monumental. Mientras paseaba al cuidado de niños ajenos, disparaba a lo cotidiano y a sus rarezas con todo su ser. Una de las cosas más llamativas es que en todas aquellas imágenes existe un invariante: el fondo, constituido por la ciudad y la arquitectura. 
La mirada ansiosa por descubrir lo invisible y su forma de conexión con lo que le rodeaba es plena, y ofrece un aprendizaje que no debiera pasar por alto nadie que aspire, no solo a ser fotógrafo, sino arquitecto. La ciudad y la arquitectura son el teatro de esa obra que se representa a diario y que permanece oculta a la vista de casi todo el mundo. Solo unos pocos privilegiados tienen ojos para ver lo invisible con tanta nitidez. Sin embargo todos y cada uno de quien precie llamarse arquitecto debiera ser consciente que fabrica con su trabajo el teatro para que esa representación diaria se de en plenitud. 
Mucho cuidado con olvidar que el arquitecto solo es el encargado del atrezzo de la vida... Y no más. 
Ni menos. 
"Tenemos que dejar sitio a los demás. Esto es una rueda, te subes y llegas al final, alguien más tiene tu misma oportunidad y ocupa tu lugar, hasta el final, una vez más, siempre igual. Nada nuevo bajo el sol".

2 comentarios:

Néstor Casanova Berna dijo...

Espléndida historia! La recomendaré en mi blog. Saludos cordiales desde Montevideo

Santiago de Molina dijo...

Muy agradecido por tu lectura, Néstor!! Un saludo cordial.