3 de enero de 2022

GEOMETRÍA Y VIDA EXTRATERRESTRE


La geometría ofrece un signo civilizatorio incuestionable. Un círculo perfecto en medio de un campo de trigo, un impoluto monolito erigido en mitad de una agreste masa de piedras o una pirámide a las afueras de una vieja ciudad son más que símbolos de inteligencia. Son símbolos de una inteligencia superior. 
La presencia de vida extraterrestre en la tierra solo encuentra verdadera consistencia en un argumento de índole geométrico: las pirámides son obra de viajeros extraterrestres porque semejante geometría no pudo estar dictada por la tosquedad mental e instrumental de nuestros antepasados. (Por efecto de un narcisismo inexplicable, consideramos a nuestros ancestros menos capaces que nosotros). Indudablemente, se concluye, los extraterrestres hicieron las pirámides, o las líneas de Nazca, o edificaron la cultura maya… 
Cualquier arquitecto sabe que la pureza de la geometría no es propia de este mundo. Construir una línea perfecta exige una fuerza sobrehumana, y ni que decir una esfera o un hexaedro. Ante  una geometría inmaculada nos quedamos anonadados, un poco bizcos, incluso. Basta un icosaedro para representar toda la melancolía.
Por eso, no descubriremos vida extraterrestre por la importuna visita de un platillo volante, o por el hallazgo de un caldeado planeta con agua en una galaxia muy, muy lejana, sino por el avistamiento de un sólido platónico de aristas puras en algún lugar del universo. Cuando un poliedro bien construido aparezca en el visor de ese telescopio recién lanzado al espacio, échense a temblar... 

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