22 de junio de 2020

PAISAJES VIRALES


Un apocalíptico mundo de camas equidistantes, mamparas de plexiglás, astronautas (o trajes que apenas se diferencian sustancialmente de ellos), una montaña rusa de curvas, y plástico, mucho plástico, incluso intubado, parece haberse adueñado de nuestras retinas. (¿Conseguiremos olvidarlo o pasará a lo más hondo de nuestra memoria como sucedió con la caída de las torres gemelas?) 
Sin embargo el sufrimiento no es soportable mucho tiempo ante la vista sin sentir hastío y cambiar de canal. Y menos si es televisado. La sucesión de imágenes en diversos puntos del planeta muta a mayor velocidad que el propio motivo que la provoca. Pronto el paisaje se trasformará en uno más amable, relegando al anterior a un tramposo segundo plano. Es inevitable que camas, hospitales improvisados y túmulos, den paso a un panorama casi amable, hecho de círculos de dos metros de radio y parcelas del tamaño de un salón cutre. Las playas, parques y espacios abiertos adquieren así la repentina imagen de grandes cultivos e inmensos tableros de juego, donde parece trascurrir una partida secreta e inexplicable cuyas reglas han sido impuestas por un círculo abullonado de milésimas de micra. Un juego diabólico. Por eso no puede olvidarse que ese paisaje de casillas inertes, rellenas en ocasiones con seres humanos castrados para abrazar a sus congéneres, es un reflejo del anterior, una capa más de él, por muy leve o ligera parezca. Los paisajes tienen estratos y simas, son hojaldres, y este que vemos ahora, por pintoresco que resulte, no es sino uno de sus valles de tranquilidad antes de llegar a abismales cascadas y espantosos precipicios. 
Pero ¡que poca humanidad contienen! Tal vez la nostalgia de un paisaje humano, verdaderamente invisible, sea un recordatorio de que nuestra especie genera el suyo propio. Un paisaje congestionado, denso y cargado, independientemente de que sus accidentes sean coches, hormigón o bicicletas. El ser humano lleva consigo un territorio, social y cultural, incluso de distancias, de seres humanos interactuando, pero solo cuando nos es arrebatado percibimos su importancia. Como cuando nos quitan el aire, o nuestra casa. O la belleza.

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