6 de mayo de 2013

UN CUBO DE GRANITO



Loos, obsesionado por proyectar y por la muerte, proyectó su propia tumba: un simple cubo de granito. 
Sin embargo, ¿cómo puede el ser humano confiar en que una piedra adquiera capacidad de evocación?. ¿En qué primitivo arte confía para ser perdurable más allá de si mismo?. ¿Qué extraño procedimiento ha inventado que se cree capaz de que los suyos le vean representado en una masa inerte?. 
Cada tumba es una escenografía de la eternidad: el arte de la memoria. Cada enterramiento es una celebración del tiempo más allá del tiempo vital. Cada monumento representa un ser humano que el mundo colecciona en sus entrañas. Por tanto, cada tumba es una porción de la humanidad. 
Para Adolf Loos, enfermo paseante de hospitales psiquiátricos, además era la única y verdadera arquitectura. Tumbas y monumentos permanecen libres de los intereses del mundo. Solo lo esencialmente dedicado a la preservación del tiempo y la memoria merecen ser identificados con los últimos fines de la arquitectura. 
Tras el paso por una arquitectura elemental, tras los desvaríos formales de la columna del Chicago Tribune, quiere descansar bajo una simple piedra: "Quiero que mi tumba sea un cubo de granito. Pero no muy pequeño, porque parecería un tintero". 
Una piedra apoyada en el suelo, expuesta a la eternidad y a su desgaste. Un contenedor del ser humano. De todo ser humano.

2 comentarios:

Daniel dijo...

La memoria colectiva nos retrotrae a los grandes monumentos líticos (dólmenes, etc.). El culto la piedra como símbolo de salvación y de perdurabilidad viene de lejos. Quizá sea símbolo de algo más, pero su significado se perdió hace mucho.
Quizá las pirámides sean el perfeccionamiento de aquella creencia ancestral que vio la salvación en la montaña, en las alturas, y que metía al difunto en un barco bajo una montaña, rememorando quizá antiguos diluvios de los que solo unos afotunados en barco pudieron salvarse llegando a lo que antes eran altas cumbres.
La piedra, la montaña, la salvación.

Santiago de Molina dijo...

Daniel, que sigamos manteniendo ese culto a las piedras!
Gracias por tu comentario y tu atenta lectura.
Saludos