25 de noviembre de 2019

LAS CORRECCIONES


Iñigo Jones corrige a Palladio, y con esas anotaciones, un poco impertinentes y un poco presuntuosas, se retrata, se sitúa y se proyecta a sí mismo. 
Corregir en su sentido literal es ‘enderezar’ y conducir en línea recta. Se corrige, pues, lo desviado, lo torcido y lo imperfecto. Por otro lado, corregir también es regir y gobernar. Es decir, supone ejercer una forma de autoridad y resulta de una pura imposición política. Sin embargo, y como aquí sucede, ¿cómo corregir el pasado?¿Cómo rectificarlo desde el presente? 
En ese caso el corrector no puede ejercer ningún tipo de poder sobre el sujeto rectificado y solo se puede hacer de éste un ente pasivo y mudo, sujeto a libre trasformación. Por eso y aunque se denomine corrección, Palladio es impermeable a las de Iñigo Jones, que se realizan más bien para medirse a uno mismo y a las propias capacidades. Tantearse con Palladio como referencia, con Le Corbusier o con aquellos muertos queridos, es hacerlo a lo grande, con la historia, y también trazar el imprescindible plano de emplazamiento que describa nuestra posición como arquitectos. “Palladio y yo” es entonces más que una boutade. La conjunción copulativa de la corrección parece que nos sitúa en el mismo plano, pero lo cierto es que no. Que no hay manera. Entonces las anotaciones quedan como una privada carta de amor sin destinatario... 
Con todo, no hay otra manera de rendir justo tributo a un maestro desaparecido. Iñigo Jones con esa corrección busca y adquiere el derecho a ser palladiano. Ser un discípulo legítimo implica comprender profundamente al maestro corregido y da pie a situarse en una honorable línea sucesoria. 
En ocasiones, corregir es rendir secreta admiración a las capacidades ajenas. 

4 comentarios:

Carlos Martín dijo...

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias Carlos!
Tenemos a los griegos, afortunadamente.

arquiparados dijo...

Muy interesante reflexión.
Para los que hemos estudiado arquitectura, el verbo "corregir" tiene unas connotaciones especiales. A lo largo de la carrera puedes experimentar como cada profesor de proyectos entiende esa acción de corregir. En ocasiones muy cerca a la definición de enderezar lo torcido. Lo que cambiaba siempre eran las formas, ya que es imposible que una persona corrija igual que otra. Estoy pensado en las correcciones públicas, en las que el corregido no solo recibía de primera mano esa carta de amor, sino que en muchas ocasiones encontraba de todo menos cariño en la misiva.
Saludos
Carlos M.

Santiago de Molina dijo...

Es verdad que la palabra corrección tiene otra dimensión en el contexto de las escuelas de arquitectura.
Muchas gracias por tu lectura.