24 de noviembre de 2014

LAMETONES


Lametones indecentes. No puede esperarse otra cosa de ese culto mitómaniaco profesado hacia la arquitectura moderna y sus maestros. ¿Quién osaría detener a alguien que lame con la fruición de un caramelo colegial el travertino del Pabellón de Barcelona?. Nadie. Sería jugarse la vida. 
A estos extremos se llega cuando se impone un culto a los monumentos y a la monumentalización misma que hace de todo algo protegido, musealizado y digno de exageración. Sin embargo alguien debería recordar que esas obras, las obras maestras, no fueron concebidas para ser veneradas hasta el punto de la ciega genuflexión. Esas obras fueron instrumentos y como tales debieran ser usados. Instrumentos que son susceptibles de mejora y transformación. O dicho de otro modo, la obra de arquitectura es un material disponible para que cualquiera capaz haga con ellos algo mejor. Lo mismo que hay quien idolatra cada gesto de los maestros, alguien debiera ser capaz de demoler toda su obra si con esa destrucción lograse superar lo anterior. 
Aunque hablando de lametones, recuerdo haber contemplado uno semejante aunque de más trascendencia. No fue un gesto caníbal como éste de Carolyn Butterworth, sino el lametón de un maestro a un simple ladrillo para comprobar su porosidad y su calidad como materia. Era un lametón aun mejor que ese del comienzo, porque era de puro oficio. Y por tanto más significativo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Santiago, muy interesante el concepto que propones "las obras como instrumentos". Tu texto me recordó el pan de especias con receta alemana que mi tía hacia para las navidades en forma de casa con estilo de H. Tessenow. Sistematicamente empezábamos comiéndonos el tejado y terminabamos por la fachada principal. Y esto me llevo a recordar la obra del artista chino Ai Weiwei llenando el estanque del Pabellón Alemán de Barcelona con café y leche. Muy irreverentemente inútil ! Luego la frase "alguien debiera ser capaz de demoler toda su obra ..." hizo eco con la imagen del próximo numero de engawa. Gracias y un abrazo.

Santiago de Molina dijo...

Me alegra mucho tu comentario, François. Resulta proustiano y te lo agradezco.
Un abrazo