4 de enero de 2021

SUEGRAS, ASESINATOS Y ESCALERAS

En Francia, país de la guillotina y de la enciclopedia, la prueba de resistencia de las barandillas recibe el preciso nombre de “prueba de la suegra” (test de la belle-mère) (1). El ensayo consiste en dejar que una bolsa de 50 kilogramos de peso llena de pequeñas canicas de acero - nunca una suegra fue tan poco pesada, he ahí una de las ironías del asunto - golpee en su caída pendular a una sufrida barandilla. Si ésta resiste el envite, (la barandilla, me refiero) significa que en la vida real, ante un indeseable empujón o un casual tropiezo en el rellano de una escalera, toda suegra debiera quedar, felizmente, a salvo… 
Sin adentrarnos en el escalofriante tema de las familias políticas y si en el de las escaleras y las limitaciones que sufren, lo cierto es que tal es el sentimiento de amenaza y de peligro que ofrecen estos hermosos mecanismos de comunicación que el mundo occidental se ha visto en la necesidad moral de regular su diseño hasta el extremo. Normativas de todo orden impiden no solo la caída de una madre política debida a la fragilidad de una barandilla, sino que incluso éstas puedan ser escaladas, o que un travieso niño pueda quedar atrapado entre sus barrotes… 
Con razón Óscar Tusquets acusaba a este universo normativo de ser el causante de la muerte de las escaleras. Por eso si hay que elegir entre la metafórica "prueba de la suegra" como representación de la suma de esas castrantes y despreciables imposiciones legales, o el entonar un responso por las escaleras, sin dudarlo, me quedo con el salvamento de esos seres desprotegidos y maravillosos capaces de llevarnos lejos. A veces, hasta el cielo. (Me refiero, por supuesto, a las escaleras).

(1) Debo este precioso dato a mi amigo François Guynot de Boismenu.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Genial! Yo también me quedo con la prueba de la suegra, y no te creas, hay muchas de 50 kg...yo misma seré una en breve!
Saludoss

Santiago de Molina dijo...

Yo me quedo con las escaleras. Sin dudarlo.
Por otro lado estoy seguro de que pesos como el tuyo serán siempre llevaderos.

Javier Dasdores dijo...

Genial Santiago, como siempre......solo que esta vez, además, me he reído un poco...un pococasimucho :)

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias por tu amable lectura, Javier, y por la sonrisa compartida. Un saludo

Cecília dijo...

Maravilloso texto, como siempre. Eso se pasa a todo tiempo en Brasilia con las perfectas escaleras y rampas de Oscar Niemeyer. Que despiertem las suegras y que tiren las barafundas de las barandillas. Es una cuestion de respecto y atencion con los percursos y las alturas,no? Incluso hay cambios de velocidad y perpepcion de la obra. Me encanta leerte y salir de mi velocidad cómoda.

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Cecília. Compartimos pasión por las escaleras antes que por lo demás. Gracias por ver un bien el aminorar la velocidad.