1 de diciembre de 2010

ESCONDER LA MIRADA



La práctica de la ocultación no solo corresponde al arte del vestido y la política. La arquitectura la ha empleado con astucia y éxito tanto en Oriente como en Occidente como base operativa generalizada desde antiguo.
En Oriente, Sen-no Rikyu, maestro afamado de la ceremonia del te, hizo plantar dos setos que ocultaban completamente el mar en un templo cerca de Osaka. Al lado mandó colocar una pileta de piedra. Sólo cuando el visitante se inclinaba para tomar agua en el cuenco de las manos, su mirada encontraba la abertura escorzada entre los setos y se abría la vista al mar ilimitado.
“La idea de Rikyu probablemente era esta: al inclinarse sobre la pileta y ver la propia imagen achicada en el limitado espejo de agua, el hombre consideraba la propia pequeñez, después apenas alzaba la cara para beber de la mano, lo capturaba el resplandor de la inmensidad marina y cobraba conciencia de que era parte del universo infinito. Pero son cosas que cando se las quiere explicar demasiado se malogran; a quien interrogaba sobre el porqué del seto, el maestro se limitaba a citar los versos del poeta Sogi:  

Aquí, un poco de agua 
Allá entre los árboles, 
el mar.” (1)

De igual modo en el otro extremo del mundo, 1500 años antes, Adriano hizo construir el único lugar en todo el imperio donde contemplar un sol saturado y móvil, lento entre los cuarterones antiguos de la cúpula y los mármoles hoy rehechos de los muros. Desde entonces, el mejor lugar para ver el sol y el cielo romano no es tanto la Piazza Navona, el Campidoglio o los foros, como el Panteón.
La arquitectura oculta las ocasiones obvias para redescubrir lo evidente, señalarlo y ponerlo en valor. Oculta una vista gastada para, de improviso, mostrarla de golpe y con sorpresa; como rejuvenecida y actualizada: Nueva y limpia. Tal paradoja se repite desde que la arquitectura es arquitectura y el hombre, hombre, allá donde significarse en relación al mundo sea necesario.

(1) CALVINO, Italo, Colección de arena, Siruela, Barcelona, 2001 (1984), pp.202

4 comentarios:

Jack Babiloni dijo...

Ocultar para reenmarcar, esconder para mirar con predilección, deshacer para delinear novísimas y preferenciales líneas de horizonte. Tienes toda la razón, querido Santiago; quien crea con semejante conciencia, ya es incapaz de pensar que el mundo es eso que sale en los periódicos.

Santiago de Molina dijo...

Los rodeos que hay que dar para ver las cosas de verdad.
Gracias, Jack!

Pablo dijo...

A veces para encontrar lo sublime, es necesario buscar en este tipo de estrategias. Muchas gracias Santiago por este tipo de reflexiones.

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias, Pablo! Un saludo cordial!!