22 de abril de 2010

EL EFECTO ZEIGARNIK


El efecto Zeigarnik, para aquel no familiarizado aun con la terminología, imprescindible para el arquitecto, de la psicopatología experimental, nace como brillante observación de la doctora Bluma Zeigarnik en el lugar donde mejor desarrollan su labor los psicólogos aunque les pese: Un bar.
Zeigarnik observó que los camareros eran capaces de recordar, sin género de duda, un gran número de los pedidos que aun estaban incompletos y no ser capaces de guardar recuerdo de los más recientemente solventados. A partir de esta extraordinaria sutileza, que tiene el doble mérito de producirse en el lugar donde el resto de la humanidad castiga su ego y su hígado, elaboró una teoría completa sobre las motivaciones de la terminación que aun hoy sirve para explicar gran parte del éxito de las teleseries, de la música y, por qué no reconocerlo, de la arquitectura.
El efecto Zeigarnik trata de completar en la mente la terminación de la obra y dotarla de congruencia de manera retrospectiva. Solo por medio del efecto final, solo por medio del enhebrado de imágenes y espacios previamente dispuestos, la mente, gracias a sus expectativas de terminación, es capaz de captar su sentido y hacer que la arquitectura se perciba en plenitud.
Pero para ello son requeridas dos cuestiones que son dadas por supuesto y tal vez no deberían: Una, que la arquitectura es una experiencia en el tiempo. Otra, que la disposición de espacios, imágenes y efectos deben estar congruentemente orquestados.
La resolución final de las secuencias que han permanecido inconexas a lo largo de toda la obra, cobran pleno sentido solo al concluir. Solo de manera retrospectiva.
La arquitectura genera esa suerte de colosal efecto Zeigarnik, en que todos los fragmentos que ya están fuera de nuestra vista, se ordenan, pero sólo en el momento en que el deslizamiento de todos ellos se detiene. Demostrando la necesidad de elaboración por medio de la arquitectura de cierto ritmo entre el cuerpo, sus percepciones y la memoria del usuario para que ésta resulte emocionante.

5 comentarios:

Valerian dijo...

Nice to know.

Jack Babiloni dijo...

Pido anticipado perdón por referir algo personal, pero en esta conmovedora lituana residen mil y tres deudas babilónicas. Una de ellas, verbigracia, la de que servidor concluyera cuarto y quinto de carrera en un mismo curso y, lo que definitivamente es más relevante, disfrutando del aluvión sedimentario.

Muchísimas gracias (una vez más) por hablar de quien ya nadie habla, querido Santiago, y, por sobre todo, de obviar de forma tan elegantemente incruenta a miles de cotidianos de insufrible mediocridad.

Santiago de Molina dijo...

Gracias por seguirlo!

olivgrun dijo...

Muy interesante.
Una pregunta. ?Cual es la diferencia entre esto efecto y el termo "sintesis" de Bergson?

Santiago de Molina dijo...

Siento no podértelo aclarar.
Muchas gracias por pasarte por aquí.
Saludos