5 de marzo de 2010

PERSONAJES (2)



Del mismo modo que el ser humano no puede escapar de si mismo, a la arquitectura le es negado escapar del habitante. Como un eco, como una prótesis, la arquitectura parece no poder sustraerse a esa cadena inexorable. Ese es el motivo por que toda columna, en su disposición vertical y erguida, se asemeja al espectador que la contempla; y por el que una puerta es también una boca; y unos ojos, ventanas.
La tensión entre un arte por definición abstracto y su dimensión antropomórfica es una fuente de conflictos insoslayables. La relación entre la obra de arquitectura y el cuerpo que la contempla genera de modo natural la oportunidad de la escala, pero cuando esos compromisos se tornan figurativos aparecen rarezas con diferente calado.
El palazzo Zuccari y el monstruo del jardín de Bomarzo con sus bocas-puertas amenazantes, o la escena de “Mon Oncle”, donde las ventanas son ojos que vigilan a Monsieur Hulot, son solo algunas de sus imágenes más populares.
Aparentemente, los compromisos figurativos son guiños que no añaden sino cierta sorpresa. Pocos arquitectos como Álvaro Siza disfrutan tanto con ese tipo de travesuras. En el pabellón Carlos Ramos, por ejemplo, se descubre la presencia de un rostro en una de sus fachadas solo cuando el espectador se aleja de ella. Mientras, se trata solo de una puerta y unas juiciosas ventanas. Pero el juego tiene consecuencias: Si en ese punto existe una cara que nos observa, el otro extremo es el final del organismo y se introduce un conflicto con la disposición natural en C de la planta. Igual que si en una serpiente quisiera engullir a un elefante por la mitad de su figura. Sin embargo si la puerta rostro no ordena la planta ni establece el acceso, todo resulta ser un simple alboroto. Un simple juego, que solo desvela esa secreta esclavitud del ser humano, que en todo lugar ve ecos de si mismo.

4 comentarios:

stepienybarno dijo...

Y lo bonito es que esta escena en el pabellón de Siza, como bien comentas, es que solo puede ver al alejarte y situarte justo debajo del árbol, cuyas ramas se ven en la foto y que de alguna forma esta presente en el germen del proyecto.

Pocos metros más abajo, toda la facultad parece “encararse” al paisaje. Una arquitectura hecha para ser habitada que parece “antropomorfizarse” cobrando vida propia.

Santiago de Molina dijo...

¡Y lo interesante que es la entrada!!
¡Y lo bonito de la historia de esa línea negra y secreta que recorre la fachada!
¡Y las tripas del edificio hoy llenas de maquetas como si fuera una serpiente haciendo la digestión de arquitectura!

hans brinker dijo...

ese pabellon es lo mejor de todo, escondido, tienes que llegar rebuscando un poco, lleno de maquetas como comenta Santiago, parece semiabandonado, con mas misterios que respuestas.

Una maravilla.

Santiago de Molina dijo...

Bien interesante, si señor.
saludos