4 de junio de 2009

LA PROFESIÓN DE ARQUITECTO


He oído decir al maestro Javier Carvajal, y no una vez, que la carrera de arquitectura es la mejor carrera del mundo, pero la profesión peor del mundo.
La formación pertenece a un círculo ilusionante, libre de las preocupaciones y las dificultades que tiene la carrera profesional. Aquí tenemos a Le Corbusier en el taller del número 35 de la Rue de Sévres, en el año 1948. Al fondo uno de sus murales, sobre los que tanto se ha escrito. Apenas recibe trabajo ese año, si lo comparamos con su pasado inmediato o su futuro. Solo un gran encargo de su amigo Edouard Trouin en Sainte-Baume, que sabe que difícilmente se construirá. Y todo, a pesar de lo consolidado de su posición en la arquitectura mundial.
Le Corbusier aparece a contraluz apoyado sin cuidado sobre un tablero. Las mesas como vagones de un tren, muestran lo que sucede ese año: la obra de la Unité continúa a buena marcha, se edita el Modulor; comienza a trabajar en su estudio el ingeniero-músico-arquitecto Iannis Xenakis y esperanzadamente, recibe una carta con el encargo de hacer una casa de un notable cirujano argentino, el doctor Curuchet. Poca cosa en el horizonte, en verdad, para un estudio acostumbrado a proyectos de envergadura.
Le Corbusier continua, a pesar de todo, con la rutina de siempre: las mañanas pintando y las tardes en el estudio. El trabajo se va desarrollando en el taller como una lenta y simultánea partida de ajedrez, a la espera confiada de tiempos mejores.

2 comentarios:

Unknown dijo...

no puedo estar más de acuerdo con la primera frase de este post. Durante la carrera todo es ilusión, trabajo y ganas por saber más y más. Una vez que finalizas esa etapa, aun sabes que no has hecho más que empezar, que queda mucho más por aprender, y que esta profesión te va a brindar la posibilidad de hacerlo. Sin embargo el panorama no es así, el compañerismo en la escuela, se convierte en enviadias en la profesión; y los ejercicios que hacías en clase, pasan a ser proyectos frustrados, interminables en el tiempo, a los que llegas a coger mania. Quizás, seguramente, este comentario venga provocado por la situación que estamos atravesando actualmente, con los problemas que todos conocemos. Lo único que puedo decir, es que, almenos, sólo podemos hacer una cosa, y tenemos la suerte que es la que más nos gusta (o que hemos decidido hacer) que se trata de seguir trabajando, de mantener la ilusión.

Un saludo Santiago porque este blog me parece que es algo fuera de lo normal, del cual se puede aprender continuamente. Muchas gracias por tu dedicación.

Santiago de Molina dijo...

Gracias por participar y por tus palabras, Alvaro.
Comparto el entusiasmo por lo que significa ser arquitecto a pesar de los tiempos revueltos en los que siempre se desarrolla la profesión.
Sin embargo caminar con otros que también comparten ilusión durante la vida profesional es otra fuente que alimenta la perseverancia, ¿verdad?. Tengo un buen amigo que dice que en esta profesión hay que tener "buenos amigos buenos".
Saludos