30 de agosto de 2021

DIBUJOS DE VERDAD

 


Sobre la disciplina del dibujo pesa una maldición: todo lo vuelve verosímil gracias a coagular el mundo ante la mirada. Eso sí, no todo lo dibujado llega a ser un dibujo. El dibujo, el de verdad, tiene su razón de ser detrás de los trazos y no se conforma con la pura imitación de la realidad, en un tontorrón equilibrio compositivo o en una ensoñación que toma cuerpo. 
Sabemos que nos encontramos ante un verdadero dibujo cuando sus líneas provocan algo semejante a un hormigueo mental, un vértigo o un desajuste en la mirada. Hay veces que incluso conjugan todas esas vertientes. 
En este caso el dibujo contiene una enorme dosis de verdad aunque esté sembrado con lo imposible, fachadas que son suelos, pisas y huellas que son lo mismo... Saul Steinberg, filósofo del dibujo, se pasó toda la vida a la búsqueda de ese tipo de pellizcos. Y con él, y por mucho que fuese de otro modo, Leonardo, Rubens y Durero
El dibujo, en todas sus formatos e intenciones, si no persigue eso, retorcer el mundo, exprimir su trasdós, no merece la pena (salvo como ejercicio gimnástico). Y poco importa que eso sea con lápiz, ceros y unos o sangre. 
Sobre todo esto deberían estar bien avisados, especialmente, los arquitectos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Sobre la disciplina del dibujo pesa una maldición: todo lo vuelve verosímil gracias a coagular el mundo ante la mirada", es una verdad que cuesta verla. Un ejemplo claro el diseño de una feria donde el bullicio eclipsa cualquier imagen pretendida -desde las claves clásicas- en la que no se haya tenido en cuenta la masa fluctuante de gente como parámetro y condición de partida del proyecto.

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias por tu lectura y por el buen ejemplo. La vida siempre se escapa de los dibujos. Tienen que fabricar la suya propia. Un saludo y gracias.