Los pintores saben bien que cada objeto está cargado de los
reflejos de los objetos vecinos. A su alrededor cada uno engendra un campo de similitudes, enredos, contrastes y complementos. Ese campo de posibilidades armónicas de varias dimensiones se despliega también entre el objeto y el
lugar donde se encuentra. Desarrollar la conciencia de esas posibilidades, estimar su valor al más alto nivel supone una especial sensibilización que se abre dentro del arquitecto como un modo de
mirar el mundo fuera de la
idolatría hacia el objeto-edificio como tal y de todo interés que emane de su sentido práctico. Entonces, es como si
un ojo de una sensibilidad inaudita viera en cada edificio
la imagen de los edificios vecinos y pasase de unos a otros en una suerte de nueva continuidad, reconociendo en cada uno la
ciudad entera.
Esa forma de mirar es lo que se conoce como ser arquitecto. Ese trenzado mágico es lo que se conoce como arquitectura. De todo esto sabía bien Paulo Mendes da Rocha.
2 comentarios:
Estos textos son mis mejores pildoras de inspiracion.
Arquilectura,belleza trenzada.
Tu comentario es música celestial!. Gracias por tu lectura!!
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