30 de diciembre de 2019

EL PELIGRO DE ESCONDERSE TRAS UNA PUERTA


La escena es tan inolvidable como terrorífica. Una puerta cae a golpe de hachazos a manos de Jack Torrance. La puerta no es suficientemente sólida para proteger a una madre y su hija. Una fragilidad que no deja de ser resonante. 
Stanley Kubrick, apoyado en Stephen King, puso al descubierto alguno de los miedos más contemporáneos, también de la arquitectura: confiamos en las puertas para que, suceda lo que suceda, nos protejan de las locuras del exterior. 
Afortunadamente la escena contraria es más habitual: el desengaño encuentra la primera protección al cerrar la puerta y convertirse ésta en refugio improvisado. Un rectángulo de madera apuntalado por nuestra espalda se convierte entonces en un rincón de emergencia. En ese instante tiene cabida el primer sollozo solitario. 
Las puertas interiores son signos vivos de las relaciones de la casa. Cerramos las puertas entre habitaciones y las abrimos, y esos gestos representan los cambios de humor, de edad y hasta de confianza entre sus miembros. La puerta adolescente a la que se llama con los nudillos sordos es el símbolo de una habitación que no es ya la de un niño, sino que se ha convertido en una auténtica “habitación propia”. El pestillo de un dormitorio simboliza el deseo de un tiempo privado. La puerta del baño se cierra por reclamo propio o ajeno, significándose con ello prisa, o intimidad. Los olores, los sonidos y las luces que se cuelan por las rendijas de las puertas  señalan su ocupación y la actividad de su interior. Con todo, las puertas de la casa siempre dejan pasar sonidos inapropiados. Sean adultos o juveniles, desengaños, risas, susurros o gritos. Cortázar nos recuerda que a su través se oye hasta “el rasguido patético de un papel higiénico de calidad ordinaria cuando se arranca una hoja del rollo rosa o verde”… 
Malditas puertas cuando se convierten en rectángulos permeables que no ofrecen seguridad alguna, incluso frente a la voz de Jack Nicholson.

3 comentarios:

JavierFloresC dijo...

OTRO PELIGRO, "QUE LA PUERTA SE CIERRE".

Ciertamente estan malditas, malditas a ser penetradas por cualquier medio necesario.
La realidad de las puertas es que jamás deberán ser impenetrables y si así fuera, habría que encontrar la manera de crear una nueva puerta para entrar y salir, para penetrar al OTRO LADO.
También las puertas son benditas.

Saludos, otro artículo genial gracias por compartir.

JavierFloresC dijo...

OTRO PELIGRO, "QUE LA PUERTA SE CIERRE"

Malditas puertas, malditas a ser penetradas por cualquier medio necesario.
La realidad de las puertas es que jamás deberán ser impenetrables, de existir una puerta así, imposible de traspasar, abría que sustituirla por una nueva, que fiel a la maldición que la transgrede nos permita entrar y salir del OTRO LADO.
Benditas puertas.

SALUDOS, un artículo genial, gracias por compartir.

Santiago de Molina dijo...

Completamente de acuerdo, Javier.
También benditas puertas. Un saludo cordial y gracias por tu lectura y tu comentario.