25 de noviembre de 2013

DESGASTAR


El paso del tiempo deja huella sobre la materia. La arquitectura envejece y los años la completan con la pátina del tiempo. Un recubrimiento que es de más alcance que esa especial costra que el hombre llama historia. 
La forma de aceptar el paso del tiempo y de los seres humanos pasando sobre la arquitectura se muestra de muchos modos pero uno de los más hermosos es el desgaste. El desgaste no coincide con la simple erosión sino que representa el inesperado suplemento de vida de la arquitectura. El desgaste no corresponde a la fatiga ni al cansancio sino a una extensión de la forma como algo dinámico y vivo. 
Creo recordar que era Quetglas, - siempre que la anécdota es fascinante uno tiene la malsana costumbre de atribuírsela -, quien hablaba de unos pequeños agujeros en los peldaños, junto a las jambas de los portales de algunas casas de Barcelona. Eran las huellas que dejaron el castañeteo prolongado años de unos zapatos de tacón esperando su clientela a la intemperie, quizás en el barrio de Gracia. El desgaste sobre la arquitectura toma cuerpo y goza de mayor dignidad que la huella casual de los obuses en los viejos monumentos. 
Se trata de una erosión que conecta la vida con la forma. Algo así se percibe igualmente en esos viejos peldaños de la casa rehabilitada por Fernando Távora, en Villa Nova de Cerveira, que permanecen como un monumento a la eternidad. El ascender prolongado, el sentarse en medio de esos tramos de granito durante años, el incesante caer de la lluvia del alero, el peso de los años y de los cuerpos ascendiendo sobre esas piedras, son un signo más de cómo la arquitectura no es, a fin de cuentas, más que el molde de los hombres en el tiempo. 

PE: Me hace llegar mi querido Angél Martínez García-Posada la referencia de esas marcas del taconeo profesional en los soportales barceloneses atribuida a Juan José Lahuerta y publicada en la Vanguardia el 11 de Septiembre de 2002. Es tan buen origen como el de Quetglas. ¡Gracias, Ángel! PE: Por otro lado, Chus, nos envía las huellas de ese taconeo en la Rambla... ¡Muchas gracias también!

6 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias Santiago por esta nueva estrategia :
"la arquitectura no es ... mas que el molde de los hombres en el tiempo". Doble medida, doble mirada hacia al hombre, hacia la naturaleza y sus tiempos.
La materia guarda la marca de lo que era, pero también la traza de lo que sera.
Saludos François

observer dijo...

Un tema muy interesante, habida cuenta de que en realidad el desgaste es un espejismo, un efecto perspectivo. Si la realidad es continua mutación, ser equivale a devenir equivale a desgaste: la sustancia que en un primer momento consideramos incorrupta -por ejemplo un edificio nuevo recién estrenado- es a su vez el desgaste de la forma anterior de esa sustancia: el hormigón recién desenconfrado es, entre otras cosas, "cemento desgastado". Desde el big bang hace 13800 millones de años hasta hoy, la realidad es el continuo auto-desgaste y regeneración formal de la materia. Un saludo!!

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias por tu doble matiz y doble mirada sobre lo escrito François. Un abrazo!

Santiago de Molina dijo...

observer, creo que identificar desgaste con un proceso de la forma abierta es un buen apunte.
Igualmente, ver en el desagaste un efecto perspectivo es una cosa también seria.
Muchas gracias por tu aportación. Un abrazo

ChusdB dijo...

Pues Santi, dice bien Pep Quetglas: aqui te dejo un articulo precisamente sobre esas marcas tan caracteristicas en los quicios de las puertas de muchos portales del Raval, en las parte de Ramblas "adentro", incluso habria en la antigua Conde del Asalto ,hoy Calle Nou de la Ramble y otras...

Santiago de Molina dijo...

No sabes lo que te agradezco el comentario, ChusdB. Mejoráis con vuestra lectura y siempre, todo lo dicho. Gracias de verdad.
Con tu permiso lo añado a la entrada.
Un abrazo