17 de septiembre de 2012

CUENTACUENTOS


El ser humano es un ser del lenguaje. Esta evidencia, que aun hoy entre el gremio de los antropólogos suscita agrias polémicas, da de comer a la mayor parte de la humanidad. Gracias a la capacidad de comunicación, sobreviven cuentistas, políticos, traductores, sacerdotes y vendedores de todo tipo de productos, incluyendo entre los anteriores, a chamanes, literatos, profesores, y, por supuesto, arquitectos.
Este largo rodeo, que viene a subrayar en realidad lo específico de la arquitectura como acto de comunicación, no hace sino encuadrar este estudio dentro de la rama de las lenguas vivas. Porque, dígase cuanto antes, la arquitectura debería estudiarse en la facultad de lenguas aplicadas, dado que se trata de un lenguaje puro e intachable. (Y lo es, lo sigue siendo, a pesar de ser ya una afirmación ni novedosa, ni actual).
Entender la arquitectura como un ininterrumpido acto de comunicación, - más allá de lo estudiado en los años 60 en las escuelas de arquitectura de medio mundo relacionado con semiótica y estructuralismo-, es subrayar principalmente el valioso significado del dibujo como vehículo entre el manantial interior del que nace, hasta su fluencia como obra construida.
El explicar y explicarse del arquitecto por medio de ese lenguaje altamente codificado que es el dibujo, no significa que éste no deba poseer el garbo y la gracia que se exige a un buen contador de historias. Exige claridad, ritmo y congruencia. La supervivencia del arquitecto está en realidad condicionada a esa capacidad de construir un universo en que el habitante pueda sentirse inmerso, quizá, antes incluso de que la obra se encuentre concluida. A su capacidad de contar correctamente, coherentemente, una historia de arquitectura.
Imprescindible comunicación con la sociedad, con quienes van a ejecutar la obra, consigo mismo, hasta que por fin sea la propia obra la que continúe, en soledad, contando la suya propia.
Como un pedazo de lengua viva, que se altera y en cada interpretación introduce cuestiones de más calado que las planteadas en su origen por ese simple narrador, que a fin de cuentas, a fin de cuentos, es el arquitecto.

9 comentarios:

ChusdB dijo...

A veces no son solo cuentos lo que se cuenta con la arquitectura. La historia esta repleta de buenísimos "relatos con dibujos" de arquitectura. Desde el primer menhir.

Santiago de Molina dijo...

ChusdB, relatos es una palabra de más seria. Claro que sí.
Gracias por tu comentario y saludos!

Darquitectuma dijo...

Desde mi punto de vista, es la comunicacion lo que la arquitectura se ha dejado atras en los ultimos años. La explcacion al resto de la sociedad del trabajo del arquitecto. La sociedad no nos entiende a nosotros ni a nuestro trabajo. Es uno de nuestros retos en el futuro.

Santiago de Molina dijo...

Darquitectuma,

Efectivamente es todo un reto. Y no obstante, si se mira con perspectiva histórica, la Arquitectura no ha estado nunca tan dispuesta a esa comunicación con la sociedad como en este momento...
Ni la posmodernidad lo logró, a pesar de las rebajas...
Saludos y gracias!

Angel Cordero dijo...

¡Gracias por la clarividencia!
Solo decir, como buen arte, creo que la arquitectura aporta una forma de lenguaje extremadamente abierta, múltiple, ambigua, falsaria, interpretable... Esa es su riqueza (incluidos medios de comunicación interpuestos)

Santiago de Molina dijo...

Angel, Gracias a tí!
Es un lenguaje rico y complejo. Para algunos es una lengua muerta... Hay quien piensa sin embargo que es el gran lenguaje universal

javier_gl dijo...

Santiago, ¿Podrías darme alguna buena referencia bibliográfica sobre la relación entre arquitectura y semiótica y estructuralismo? Es un tema que me interesa mucho para poder entender mejor ese período.

Santiago de Molina dijo...

Hola Javier,

En los años setenta recuerdo que hubo hasta algún congreso de semiótica y arquitectura. Recuerdo un texto además de Umberto Eco que se llamaba así...
Saludos !!

Santiago de Molina dijo...

Hola Javier,

En los años setenta recuerdo que hubo hasta algún congreso de semiótica y arquitectura. Recuerdo un texto además de Umberto Eco que se llamaba así...
Saludos !!