9 de julio de 2012

ARQUITECTOS A LA CÁRCEL


Antes de la invención del Panóptico o de Piranesi, los arquitectos se han relacionado con las prisiones no solo como proyectistas o egregios invitados, sino como crudos moradores. Y es que los vínculos de los arquitectos con la cárcel vienen de antiguo. 
Brunellesqui pasó una buena temporada en una, al ser denunciado por el gremio de canteros y carpinteros florentinos por negarse a pagar las tasas que le daban derecho a erigir la cúpula de Santa María. Salió de prisión del mismo modo que los futuristas tras un accidente de automóvil: bautizado por el espíritu de los nuevos tiempos, como un héroe moderno y solitario. 
Jacobo Sansovino fue un devoto residente de tan clásico recinto. En el invierno de 1545, vio como se derrumbaba la bóveda de la sala principal de su Biblioteca Marciana, en plena Piazzetta de San Marcos. Por entonces rico y poderoso, tras pagar con pena de cárcel semejante desaguisado, fue suspendido de sueldo dos años y costeó de su fortuna las reparaciones. Y todo para demostrar que semejante infortunio no había sido debido a su talento, sino a un clima inusualmente frío y lluvioso. 
El caso es que ambos, salieron de la cárcel respetados y triunfantes. Ambos antes de tiempo, gracias a unos amigos numerosos e influyentes. Ciertamente, a ambos se lo perdonó la historia. 
La cúpula de Miguel Ángel en San Pedro o la Basílica de Palladio, rinden tributo a aquellas penas. 
Profesión envidiosa y artera, desde siempre ha pagado con sonrisas y cuchicheos los talentosos desplomes ajenos. Ante ruinas imprevistas solo caben los murmullos y, hoy, las compañías de seguros. Y ambas saben poco de genio. 
Definitivamente los arquitectos van ya poco a la cárcel por nobles motivos.

4 comentarios:

pere fuertes dijo...

Mmm. un tema especialmente complejo en estos tiempos que corren, tan lejos de los casos que citas -y que no conocía-, sobre todo por la judicialización creciente que vive la profesión.
sin embargo, no creo que eso deba alejarnos de intentar arriesgar, en el mejor sentido de la palabra.

Santiago de Molina dijo...

La cárcel como lugar redentor del riesgo es otro buen tema. Arriesgarse hasta estar dispuesto a penas de cárcel y que sea por el "avance" de una profesión o una disciplina y no por "responsabilidad penal" es heroico... O de locos.
Menudo tema!
Gracias y saludos!!

Isma dijo...

No es mal sitio la reclusión (en soledad) para el arquitecto si el fin es repensar con claridad el espacio público (en sociedad).

Una sólo en apariencia contradicción, como la imagen de Le Corbusier rodeado de enseres y cachivaches antiguos en su apartamento de París en plena efervescencia de las máquinas de habitar.

Santiago de Molina dijo...

Para la reclusión del arquitecto tal vez, como dices,mejor sean otros sitios distintos a la cárcel. Incluso rodearse de cachivaches es una reclusión posible.

Saludos y gracias, Isma!!