29 de agosto de 2011

CAMBIAR DE USO




Cuando Sixto V fue elegido Papa de Roma, pensó, como primer gran urbanista que era, en la necesidad de atribuir nuevo valor a una ciudad anclada al pasado. Aun hoy Roma le debe mucha de su eternidad.
Entre los últimos proyectos de su pontificado se encontraba transformar en 1590 el coliseo en una hilandería.
Ahí es nada.
Para ello en la planta baja se planeó colocar los talleres y en las superiores las viviendas de los operarios. “Y ya había comenzado la excavación del terreno que existía alrededor, y a explanar la calle que procede de la torre de Conti, y que va al coliseo, a fin de que fuese toda aplanada, como hoy día puede todavía reconocerse en los vestigios de tales excavaciones; y para ello se emplearon setenta carros tirados por caballos y cien hombres, de tal forma que si el Pontífice hubiese vivido un año más, el coliseo habría quedado reducido a viviendas”, es decir, ”se habría transformado en el primer barrio obrero y en la primera unidad manufacturera a gran escala”(1) Una lástima, efectivamente. De ese proyecto irrealizado cabe imaginar un desplazamiento del crecimiento de Roma hacia ese nuevo foco mercantil e industrial, nuevos barrios crecidos a la sombra de esos nuevos usos y un nuevo sentido para los foros.
También da que pensar como la buena arquitectura siempre admitió los cambios de uso, incluso con cierto gusto. De sala de Justicia a templo, de hospital a museo… en esa genealogía ilustre de los cambios de uso faltaba, para nuestra pobre y moderna imaginación, solo ese genial travestismo de coliseo a barrio obrero. La estrategia de cambiar de uso, no lo olvidemos, puede favorecer el nacimiento de nuevas tipologías, y aunque no afecta a la forma si lo hace a su significado.
Ni el soviético "barrio obrero" del Narkomfin, de Ginzburg, tenía semejante carga simbólica.

(1) FONTANA, Doménico, Libro secondo in cui si raciona di alcune fabriche fatte in Roma et in Napoli, Nápoles, 1603, pp. 18, (citado en GIEDION, Sigfried, Espacio, tiempo y Arquitectura, Hoepli Ediciónes, Barcelona, 1968, pp. 107. Título Original, Space, Time and Architecture, Harvard University press, Cambridge, Mass,)

6 comentarios:

Ana Mombiedro dijo...

Esta entrada es muy motivadora, dan ganas de ponerse con propuestas.
Cambiar el uso de un edificio frente es mucho más desafiante que crear ex novo. Sin duda nuestra "pobre y moderna imaginación" tiene mucho que aprender...
Gracias una vez más por compartir tan interesantes reflexiones Santiago.
Un saludo muy fuerte

Santiago de Molina dijo...

Gracias a ti por tu amabilidad y tu comentario. Saludos!!!

pere fuertes dijo...

No conocía este proyecto de transformación y me parece de lo más oportuno en los tiempos de crisis que corren. ¿Habremos perdido la predisposición para ver en la arquitectura construida y en desuso una fuente de nuevas oportunidades de este calibre?
Leyendo esta entrada, viene a la memoria la imagen del anfiteatro de Arlés, fortificado durante la edad media para acoger a la población. Nadie lo planeó; simplemente se construyó aprovechando una clara oportunidad. Sin embargo, poco queda de aquello: tan sólo podemos verlo en un grabado del s.XVII.
Felicitaciones por el blog. Pere

Santiago de Molina dijo...

Arlés es uno de tantos casos en que se supo ver lo construido como un material disponible. No esta mal pensar en la arquitectura como una sustancia viva y dispuesta al permanente reciclaje, verdad?. Gracias por tu comentario Pere.

Fidel dijo...

Santiago, tu buen post me recuerda que desde hace unos años Alfons Soldevila, arquitecto, maestro y amigo, habla de estadios como el Olímpico de Montjuic en Barcelona convertidos en residencial colectivo y tantos usos como se nos ocurran. Bajo las gradas, en los pasillos, en el campo, en los sótanos, en los accesos,... es una opción si el fútbol entra en crisis!! Es en la carga simbólica inicial donde está el atractivo y peligroso reto del cambio de uso en edificios de escala pública: no construidos como los del coliseo o los estadios, otros como iglesias convertidas en librerías, museos, salas de actos o discotecas... y otros como plazas de toros en centros comerciales?? Aún así comparto ese interés por las consecuencias que podría generar ese travestismo con la aparición de nuevas tipologías (como en su día fueron los lofts en edificios industriales) o con la transformación de tejido urbano que una operación así motivaría. Gracias por tu post y salud.

Santiago de Molina dijo...

La actualizacion y el rejuvenecimiento de la arquitectura viene dada por muchos frentes desde luego. Y no está mal esto que dices de pensar en el reciclaje de los estadios de fútbol... Es una idea. Peligrosa. Veo ya entrenadores cabreados manifestándose por calles y plazas...

Fidel, gracias por tu comentario y saludos