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31 de mayo de 2009

ALGUNAS POSIBILIDADES

Las imágenes pertenecen a la iglesia de St. Fronleichnam, de Rudolf Schwarz.
Solo es posible la solución final gracias a las previas, olvidadas ya, que han servido de valiosos tanteos.
Las proporciones de la nave están casi decididas y solo resta la colocación precisa de los huecos. Incluso, las propias ventanas están diseñadas con obstinada seguridad, también sus proporciones y, prácticamente, hasta su posición en los paños de fachada. Pero aun hay un mundo de decisiones que tomar y sobre las que invertir energía. Y a ella pertenecen estos trazos de grueso carbón. De ellas depende mucho.
Por eso aquí tenemos el dibujo de un arquitecto en el sentido más sincero y honesto del término. De esa decisión ya no depende la supervivencia de la idea, pero si un mundo de matices. Aquí está invertido tiempo de modo altruista. (A veces, da pavor tener que decir estas obviedades.)
Construir cuatro ventanas dejaba, en negativo, una señal evidente de la cruz. Schwarz quiere borrar la posible lectura de toda referencia figurativa. Multiplicando el número de ventanas esto se consigue. Pero de manera indirecta sigue siendo posible ver allí varias cruces superpuestas, vibrando como una gran cruz de Caravaca. Claro que eso son solo imaginaciones del espectador.
La luz, en esta última opción, entra, además, iluminando el frente del altar en colmado equilibrio.

15 de abril de 2009

AZAR-TENDENCIA-CONEXION-ESTRUCTURA


Sorprende que para un ingeniero como Cecil Balmond la estructura sea una concentración que proviene del azar. Sobre el azar parecen operar ciertas energías, tendencias en su ordenación y su conexión, que generan la estructura. La estructura, pues, solo es una forma especial de condensación del azar.
Sorprende, decíamos, porque este concepto de estructura difiere enormemente del empleado por generaciones pasadas, donde el proceso inevitablemente debiera haber atravesado el camino de la optimización, la minimización, o la proporcionalidad.
Nada de eso aparece en los nuevos conceptos de estructura manejados hoy. La estructura es susceptible de ser objeto de diseño, al mismo nivel que lo son las fachadas o los detalles constructivos. De ese modo la atención de ingenieros y arquitectos, parece estar destinada al diseño de estructuras aparentemente azarosas. Pero solo aparentemente; puesto que el azar, como todo el mundo sabe, guarda malas relaciones con la estabilidad. El esfuerzo intelectual por desentrañarlas se encuentra parejo al trabajo del biólogo cuando luchaba por averiguar las leyes de crecimiento de una planta o un árbol, o de las células. De ahí que en los libros de Cecil Balmond exista el esfuerzo innegable por desentrañar las estructuras aparentemente azarosas de la naturaleza.
Sorprende, con todo, que lo más hermoso del dibujo sea lo que tiene de retrato del nacimiento de la estructura. Donde casi aparece volando, atravesando constelaciones, dejando tras de sí una estela de trocitos de azar. Semejante a un auténtico cometa.

26 de febrero de 2009

ELEGANCIA



"¡Ahí tienen ustedes a este animal! El hombre tendrá que ser, desde el principio, un animal esencialmente elector. Los latinos llamaban al hecho de elegir, escoger, seleccionar, eligere; y al que lo hacía, lo llamaban eligens o elegens o elegans. El elegans o elegante no es más que el que elige y elige bien. Así pues, el hombre tiene de antemano una determinación elegante, tiene que ser elegante".(1)

La demostración del último Teorema de Fermat fue un acontecimiento. Después de tres siglos sin resolución, fue desentrañado por Weil, en Cambridge, hace poco más de veinte años. La sala de la Escuela de Matemáticas Superiores tenía cabida para ochenta personas, pero en el exterior se habían congregado más de mil. No obstante si recordamos aquí este suceso es más por unos insignificantes comentarios registrados a la salida de la demostración. Cuando un eminente profesor de literatura pregunta a los matemáticos, estos le responden:"había cuatro posibilidades de lograr la solución, y ha optado por la más elegante, de lejos", ante la solicitud de alguna aclaración,vuelven a responder: "no es posible explicarlo mejor, porque para nosotros, la palabra elegante no es una analogía; no es una metáfora. Tendrías que dedicarte a estudiar durante quince años funciones elípticas antes de que la palabra `elegante´ llegase a significar algo para tí".
¿Podría la Arquitectura hablar en términos parecidos de lo que significa el "término" elegante, o se trata solo de una metáfora?. ¿Existe un modo propio de "escoger" en Arquitectura?. La elegancia en el campo de la arquitectura se mide en términos de belleza final. Solo una decisión sabemos que ha sido elegante en lo construido. No se trata de una elegancia semejante a la de las matemáticas, ni siquiera como la jugada elegante en ajedrez, cuya belleza inmediatamente es percibida como un destello luminoso que cambia el sentido de la partida. Solo cuando las reglas del juego se han puesto en marcha en el proyecto, se es capaz de empezar a escoger, entre las soluciones posibles, la que intuimos mejor. Pero sorprendentemente solo descubre la prueba de su acierto de manera retrospectiva.
Todo arte supone un trabajo de selección. Al principio de cualquier obra el objetivo no es aun muy preciso. En ese instante saber que se busca no es sencillo, pero no tanto , saber qué no debe hacerse. Saber descartar es una gran forma de selección.

 (1) ORTEGA Y GASSET, J., El mito del hombre allende la técnica, Obras Completas, IX, 1951, pp.622.