21 de enero de 2019

TÁCTICAS SALVAJES


Aquí parece que cada habitante parece estar condenado a cumplir con las estrictas reglas impuestas por el edificio. Tras el vidrio uniforme y repetido como una celda, todos los inquilinos deberían desarrollar una existencia semejante. Sin embargo algo sucede en medio de esa retícula monótona que trata de ser trasgredido. Es el escenario de una batalla. Y es que los seres humanos no tienen remedio. A la mínima, customizan todo.  
Si las estrategias de poder parecen imponer al habitante un modo de vida, con sus tácticas de ocupación, los habitantes ejercen una especie de rebeldía callada que puede resultar de lo más creativa. En el fondo, porque nadie respeta las reglas del habitar. O en el fondo, porque puede que la arquitectura no haya nacido para imponer reglas a nadie, sino para cumplir las suyas. Puede que porque las reglas, en realidad, estén constantemente redefinidas. Por eso y una vez que hay un habitante, comienza el festival del habitar.
Aquí unos rebeldes han arrimado sus muebles al vidrio, o sus percheros. Otros han matizado la fachada con filtros improvisados, plásticos o telas. Algunos parecen haber cambiado hasta las bombillas o incluso han acumulado montañas de papeles junto al vidrio. El resultado es una sección de individualidades y casos particulares.
Si aparentemente nada debiera escapar al control de lo edificado, con el uso y con esa serie de tácticas particulares, de escamoteo, de apropiación, o de acumulación, cada habitante muestra su propia circunstancia. Hasta los uniformes se particularizan por el modo de llevarlos, con sus desgastes, con sus parches o con la altura a la que se corta un bajo de pantalón...
En resumidas cuentas, en cada habitante hay un intérprete de lo cotidiano. En cada habitante hay, antes que un seleccionador nacional de fútbol, un arquitecto, no en potencia, sino en acto. En cada habitante hay un hacker oculto. Aunque solo sea de una estantería billy, de inventarse recetas de cocina o de cruzar la calle fuera del paso de cebra.
Cualquier arquitecto debería saber que esa forma de apropiación es la mejor parte de su oficio.

8 comentarios:

Néstor Casanova Berna dijo...

Estimado Santiago:
Has escrito:
"En resumidas cuentas, en cada habitante hay un intérprete de lo cotidiano. En cada habitante hay, antes que un seleccionador nacional de fútbol, un arquitecto, no en potencia, sino en acto. En cada habitante hay un hacker oculto. Aunque solo sea de una estantería billy, de inventarse recetas de cocina o de cruzar la calle fuera del paso de cebra.
Cualquier arquitecto debería saber que esa forma de apropiación es la mejor parte de su oficio."
Es que, me parece a mí, que el arquitecto profesional debería, antes que intentar vanamente imponer usos, costumbres y hábitos, interpretar sutilmente la labor arquitectónica propia del habitante. De tal forma que la arquitectura construida siguiera las líneas de la vida.
Cordiales saludos desde Montevideo,

Santiago de Molina dijo...

Hola Néstor, Muchas gracias por tu lectura. Coincido contigo en que es labor del arquitecto saber leer la vida del habitante. Sin embargo estamos hoy tan acostumbrados a ver tan pocas sutilezas a este respecto, que no está mal siquiera volver a plantearlo como un objetivo prioritario... Saludos afectuosos desde el otro lado del océano.

Pipina dijo...

Poder leer las transgresiones sutiles de la vida que nos hacen ser quien somos.
Que bello texto!!!
Gracias!!!

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias por tu lectura, Pipina.
Un saludo!

Andrés Guerrero dijo...

Maestro Santiago,
Siempre es un placer leer sus artículos y libros (tengo la fortuna de tener 4 libros de su autoría).
En esta crítica que realizas, me recuerdas a los arquitectos rusos Alexander Brodsky & Ilya Utkin, en el proyecto: "Columbarium Habitable" (el proyecto es como la "caja de Granada" de Alberto Campo Baeza, pero en cada vano otorga la posibilidad de decidir el hogar que desea el propietario, generando una crítica a las viviendas multifamiliares, otorgando individualidad a un proyecto multifamiliar). Bastante utópico como venia manejando Étienne Louis Boullée, pero que manejaba una apertura entre la realidad y la fantasía, que parece ser, a veces se trastocan.

JSCP dijo...

Qué tal Santiago,

Estoy siguiendo tu blog y es muy interesante muchas de las cosas en las que reflexionas. La arquitectura y la actividad humana son dos temas que nunca se podrán separar, y en este post se evidencia exactamente eso. La arquitectura para arquitectos se queda en la academia y debería buscar canales para acoplarse al mundo real, porque el arquitecto no trabaja para arquitectos si no para la gente y la sociedad.

Santiago de Molina dijo...

Estimado Andrés,
Es un honor tu lectura y tu confianza.
Muchas gracias por todo ello.
Y también por la referencia.
Un saludo cordial

Santiago de Molina dijo...

Hola JSCP,
Gracias por tu seguimiento. Estás en tu casa.
Un saludo cordial