15 de junio de 2015

MANUAL DE REHABILITACION


Los parches de acero, las grapas sujetando esos velos de vidrio y sus encuentros son una declaración de guerra. No hay calma, ni nada que se le parezca, en esta obra del noruego Sverre Fehn en el museo Hedmark, en Hamar. Existe una tensión no disimulada en cada rincón. Una tensión áspera entre cada una de las formas proyectadas y cada viejo muro. Existe una tirantez invisible en todas sus escalas posibles. Y sin embargo, esa dureza logra trasmitir algo no conflictivo. Casi pacífico. Como si la obra hubiese restablecido una especie de equilibrio, de reposo. 
Puede verse así la paradoja a que toda rehabilitación está convocada. Una paradoja que se debate entre congelar un estado de deterioro o restituir una ficción del pasado. Entre esas dos aguas bascula la restauración como disciplina desde Viollet le Duc y William Morris, o desde la llevada a cabo en el Coliseo romano a principios del siglo XIX, primero a manos de Rafael Stern, cuando detuvo la inminente ruina en que se había convertido ese monumento mediante el relleno de ladrillo como un lienzo continuo y sin aparentes matices, y luego por Giuseppe Valadier, cuando restituyó los últimos tramos de arco y propuso una pedagogía de lo que había sido aquella obra en su esplendor. 
El resultado de la combinación de ambas dificultades puede encontrarse en este proyecto edificado en una colina de Noruega hasta resultar un completo y ejemplar manual de rehabilitación. Cientos de espacios aparecidos en cada esquina ejemplifican esa lucha. Pero en esta imagen se intuye el origen de su tranquilo misterio. La cristalera de ese hueco irregular se despieza, luego se cose, como las grapas de los tambores de las viejas columnas griegas, algo inmaterial se sutura entre la nueva construcción y la vetusta fábrica medieval. La pasarela de hormigón aérea y curva es parte del problema de la partición del vidrio. Las puertas son nuevamente de ese material que nos permite ver pasar los viejos muros y los nuevos a su través. Esos vidrios sin juntas se acoplan, seguramente con problemas. Hasta lo nuevo está en conflicto consigo mismo. 
Porque el tema de este museo es el compromiso de la materia y no con el tiempo. En realidad y pensándolo bien, tal vez ese sea el problema de toda rehabilitación, que no está en la veneración ciega hacia lo antiguo, sino en una superior y mayúscula devoción hacia la materia y su memoria.

8 comentarios:

Irma Alfonso Rubio dijo...

He visto en Viena más de un caso de rehabilitación y/o extensión de un espacio, con el mismo criterio de transparencia y sinceridad. Su comentario, además de acertado, es poético. Enhorabuena.

Santiago de Molina dijo...

Gracias, Irma!. Hay casos ejemplares por medio mundo, pero en Viena!! Saludos

Anónimo dijo...

Se me ocurre preguntar si esos cientos de espacios surgen de un Proyecto, una oración, como diría Boullée, ó si se van resolviendo después, según se van descubriendo, ya en la propia obra.

Santiago de Molina dijo...

Gran pregunta. Ojalá encontremos quien sepa contestarla.
Un saludo

ChusdB dijo...

Y no he podido dejar de pensar al leer el título de esta entrada la delicadeza limpieza de Scarpa. Un abrazo y buen verano

Santiago de Molina dijo...

Gracias por tu resonancia a Scarpa y feliz verano!

Anónimo dijo...

Lo más importante no es la materia, que es efímera por efecto de la entropía, aunque tiene su valor histórico, sino los valores nematológicos del monumento, que es lo que más merece preservarse. Cuando restauras un coche de época o restituyes materia pictórica a una pintura dañada, lo haces en la medida de lo posible en el mismo estilo, forma y materialidad de la obra que estás restaurando, sin sacrificar su armonía estética ( que se da en varios órdenes) ni sus valores conceptuales. Intervenciones como esta, por un proceso de evolución en divergencia, metábasis, condenan al monumento con todos sus valores conceptuales, a medida que su materialidad efímera se va desintegrando,
a su desaparición a largo plazo. Es la paradoja del barco de Teseo a la inversa.

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias por tu lectura y tu comentario. En cuanto a la restauración, hoy, me temo que el futuro nos juzgará.
Un saludo