18 de noviembre de 2013

DESDE DÓNDE SE DIBUJA UN PROYECTO

¿Dónde se sitúa alguien cuando dibuja?, ¿se trata de una distancia o de un tiempo?, se pregunta John Berger. Una cuestión que para nosotros deriva en otra aun más específica, ¿dónde se sitúa el arquitecto al proyectar?, ¿sobre el papel?, ¿por delante y lejos de la superficie de dibujo?, ¿o detrás y dentro de las cosas para extraer su forma?. Preguntas que pueden tener aire de innecesario misticismo pero que contienen en sus posibles respuestas los diferentes modos de dibujo del ser humano. Quizás sus distancias a la vida. Por eso poco tiene de metafísico.
Desde Altamira a Picasso, la postura de ese ser dibujante frente a la superficie de dibujo hace que habite en regiones de existencia extremadamente diferentes.
Proyectamos sobre la punta del lapicero, del mismo modo que la bailarina lo hace sobre la dolorida punta de sus pies. Cada trazo anticipa una forma. El dibujo acaba estando ahí, sobre el papel o la pantalla, con sus líneas más o menos logradas, pero para llegar a ese instante el arquitecto pasea por otra línea invisible que atraviesa perpendicularmente la superficie de papel. De ese modo el que proyecta no está solo a un lado de la realidad con sus ensoñaciones, o en su envés, a una distancia demiúrgica, sino que recorre esa línea y pasa, como Alicia a través del espejo, de la realidad a la ensoñación y a la inversa para poder sacar su trabajo adelante. Un recorrido lleno de peligros puesto que en ese trasiego corre el riesgo de caer de un lado del papel, o lo que es aun peor, de quedar atrapado en él.
Esa ida y vuelta, portando líneas que se depositarán sobre el plano, como el que acarrea a ciegas una vasija llena de agua por un terreno accidentado y sabe que algo del contenido será derramado, trata de llenar con algo más que signos esa superficie para hacer brotar de los viajes algo con sentido. Para que luego, en algún momento, el conjunto pueda llegar a tomar cuerpo de arquitectura.
Ese modo de pensar, semejante a extraer de un saco oscuro la forma precisa, tanteando con las manos pero sin apenas ver, recorriendo con las yemas de los dedos la rugosidad, el calor y los contornos de la forma, es el dibujo para el arquitecto. Nada metafísico. Nada de poesía. Solo cosa de un oficio que piensa con las manos mientras dibuja.  

8 comentarios:

Miguel Villegas dijo...

Certero, de nuevo. Soy acérrimo defensor del dibujo como herramienta definitiva. La in-mediatez de la misma, eso que bien llamas pensar con las manos, es la base del argumento.
Ahora bien, ¿es imposible otra herramienta?¿No se puede hacer arquitectura de otra forma? Muchos (más) jóvenes (que nosotros) defienden el uso de las herramientas digitales por encima y antes o incluso sustituyendo al dibujo. Yo, tecnófilo redomado, no caeré nunca en esa sustitución. En nuestro estudio se funden vegetalinas ennegrecidas de lápiz y tinta con definiciones paramétricas, pero , a veces, me asalta la duda.

Santiago de Molina dijo...

No veo diferencia entre el papel y una pantalla para lo que nos ocupa!. Dibujar es pensar. Gracias por tu valioso y pertinente comentario, Miguel. Un abrazo

Anónimo dijo...

Todas las herramientas son útiles. Cada una tiene su particularidad y no se usan de la misma forma.

Para observar al otro lado del espejo TODO va bien. Las herramientas necesarias dependen de cada proyecto. La mejor navaja suiza que tiene el hombre es la materia gris. Multiherramienta dentro de la cabeza.

Que díficil es pensar sin prejucios, con ojos de niño para todo...
jvrhrs

Santiago de Molina dijo...

Hola jvrhrs,

Muchas gracias por recordar la necesidad de ese pensar sin prejuicios!

Un saludo y gracias!

observer dijo...

Sólo un comentario: dibujar representaciones (figuraciones) es necesariamente un ejercicio metafísico. EL hiato entre significado y significante implica la constitución de un campo trascendental. Es por ello que una arquitectura verdaderamente "realista", materialista ha de trabajar con variables diferentes a lo caligráfico ( es decir, a la composición como "dibujo"). Aunque la verdad es que hay teorías para todos los gustos, Gustavo Bueno se atreve a proponer a Platón como el verdadero germen de los materialistas... Saludos!!!

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias, observer.
te envío un abrazo platónico.
Santiago

ChusdB dijo...

...¿Y qué me dices de lo que se lee "entre líneas"(y sorprendentemente no se ve) ? O de lo que nos comunica el "valor de línea" la presión de la punta del lápiz sobre el papel, el grosor de la linea, elegido deliberadamente cuando dibujamos con el ratón desde el esbozo inicial, previamente dibujado a modo de "idea tutora" hasta el trazo decidido y valiente final? El dibujo es algo mágico va de la idea a la formaluzación, de la verdadera imagen a su "concreta-y -verdadera" ...o no, representacion. De lo que se quiere a lo que se puede, siempre con ese "no-sé-qué" que algunos llaman sentimiento. Preciosisísimo post. Como siempre.

Santiago de Molina dijo...

Precioso comentario!
Muchas gracias por no desfallecer en ellos. Se agradece, ChusdB.
Un abrazo!