4 de enero de 2011

GIBELLINA


Gibellina fue destruida por un terremoto hace ya más de cuarenta años. Cientos de almas fueron sepultadas bajo los escombros. Los supervivientes se trasladaron, forzados, a un nuevo asentamiento. Aunque durante décadas permaneció casi inhabitado.
En la nueva Gibellina, que no fue nunca una ciudad amada, el arte trató de ser uno de los elementos para la superación de la tragedia. Como un exorcismo, se convocaron a los más importantes artistas italianos en un lugar en apariencia inhóspito, - como todos los asentamientos en segundas nupcias con el lugar-. Se produjo un realojo atípico, donde las esculturas y los edificios convivían con el objetivo de convertirse en un foco de atracción turística y así ser capaces de reactivar la economía del maltrecho pueblo. El alcalde Ludovico Corrao logró a duras penas convencer a la población y a los artistas de semejante aventura. Y a la mafia.
En los restos de la antigua Gibellina, Alberto Burri fue capaz de conformar una escultura en el paisaje de una belleza sobrecogedora. En esa ruina rehabilitada, moles de hormigón recrean las antiguas edificaciones y manzanas, dejando libres las calles con su pendiente y dimensión primigenia. Recorrerlas es recorrer las tripas de un fabuloso cadáver momificado. Una Pompella invertida. Las dimensiones de esas islas de hormigón, donde bajar la altura de la vista permite recrear las antiguas calles y su vida de pueblo, es una experiencia de arquitectura de primer orden para reflexionar sobre el valor del horizonte, de la continuidad y de la ruina. La influencia en obras como el parque en recuerdo al holocausto judío en Berlín, de Peter Eisenman no es solo tangible, sino podía decirse que la obra de Eisemann es en realidad un doble homenaje: tanto a la tragedia judía, como al Cretto de Burri.
Hoy la nueva Gibellina está a punto de resucitar. Los visitantes y el turismo olvidado están volviendo a un lugar que permaneció abandonado durante décadas pero donde la población joven, lejos ya de la tradición agraria, está encontrando allí nuevas oportunidades. De este experimento aun hoy resultan subversivas dos cuestiones: Por un lado la confianza en el arte como herramienta para formar ciudades. Por otro lado, su optimismo encubierto.

5 comentarios:

Iacobus dijo...

In my point of view the problem about Ginellina is that the old one (now one of the biggest landscapes sculptures lokk as the "streets" are the same as the old one and, by what one vilage said, is not. The new one is interesting but realy feels that the populations are stil discovering how to live and love the space. But the both, the new one and the old one, are very interesting to visit and admire.

Santiago de Molina dijo...

Both, the old and the new Gibellina are really interesting for visiting. All an experience!. Thanks for your coment!.

Orgullo y Pundonor dijo...

Me gustaría enseñarte un texto fantástico sobre este tipo de monumentos, en especial el de Eisemann.


http://palomitasenlosojos.com/2011/01/17/sonreir-ante-lo-irrepresentable/

Santiago de Molina dijo...

Fantástica recomendación en una página muy recomendable. Gracias!

Santiago de Molina dijo...

Por cierto, como la tuya:

http://orgulloypundonor.wordpress.com/

Saludos!!