9 de septiembre de 2013

¿POR DONDE EMPEZAR UN PROYECTO?

Los datos iniciales del proyecto de arquitectura son una maraña que conviene no desembrollar sino levemente. Frente a la aparente intuición de que para resolver el ovillo basta encontrar el principio y luego deshacer sus nudos y sus dificultades, el proyecto de arquitectura exige otro orden de actuación, cercano al del científico: añadir líquidos, tintar, calentar, cultivar y esperar. Se trata más bien de lanzar hipótesis sobre esa madeja incomprensible para probar cuales de esos tejidos cruzados son constituyentes imprescindibles y cuales pueden ser descartados. 
Curiosamente ese enredo y las reacciones que provoca al dibujarlo hace que las preguntas que se han lanzado, más pronto que tarde, hagan aparecer un resultado sospechoso, una muestra que reclama atención por su viveza. De esas hipótesis descabelladas, o infantiles o evidentes pero no comprobadas, como de un destello invisible surgido desde el interior de alguno de esos dibujos, aparece la anomalía que justifica el aparente desorden de la madeja primaria. Entre el dibujar experimental, de pronto, alguno contiene la totalidad de la maraña de un modo que la trasciende. La mirada especializada y atenta ve de entre todos esos trazos, un nuevo y leve desarrollo y prueba una nueva tinción, o quizá la necesidad de un nuevo cultivo. 
De entre todas esas soluciones que aparecen en mitad de un proceso imparable, alguna cobra carácter autónomo y crece en riqueza y complejidad sólo con volcar un poco de cuidado sobre ella. Pronto se hace innecesario recurrir a las temperaturas precisas, ni la desinfección exquisita y controlada de ese especial laboratorio, porque ya el proyecto crece y se desarrolla por si mismo. Entonces sólo resta alimentar la arquitectura con más y más trabajo, dejando que se desarrolle sin otra intervención que no sea la del buen criador. Bastará con procuran el nutriente justo, ni excesivo ni parco, para que sus diferentes órganos adquieran el tamaño justo, a la velocidad precisa, sin adelantar ni forzar su crecimiento, sin violentar su vocación como ser autónomo. 
Luego dejarlo marchar y volver a empezar, con la incertidumbre y la alegría de descubrir una nueva madeja sobre la que no sirven precisamente los mismos experimentos aunque si la misma actitud expectante, el mismo modo de hacer, la misma pulcritud y la misma mirada atenta, ya más experta y mejorada.

5 comentarios:

Miguel Villegas dijo...

Como siempre acertada la descripción de los procesos de proyecto, aunque quizás demasiado mitificada para mi.
Hace poco charlaba con un compañero, con bastante fondo, de la falta de docencia sobre metodologías de proyecto en las escuelas españolas. Y tu texto creo que nos da la razón.
Hablas de actitudes reiteradas, sin duda emergentes de la persona, pero al mismo tiempo afirmas la discontinuidad de las herramientas.
Creo que en esa línea, en la de la metodología, la repetición, la sistematización de los procesos creativos, acercándolos al rigor de los científicos, también hay mucho que explorar.

Santiago de Molina dijo...

Hola Miguel,

Muchas gracias por tu comentario. No hay, ( mejor sería decir que no veo), nada mítico en el origen del proyecto de arquitectura. O al menos veo de mítico lo mismo que veo de mítico en el trabajo de un laboratorio.
Coincido contigo en que no hay una pedagogia fácil de esto, y entiendo incluso que no lo haya, aunque si considero útil una pedagogía de las estrategias para abordar el proyecto.
Se trata de una superposición de actos reiterados y otros nuevos... Me gusta verlo no tanto como una inspiración de las musas, como el trabajo de un científico.
(Claro que los científicos y las musas tal vez guarden buenas relaciones...)

Abrazos y gracias de nuevo

ChusdB dijo...

Sin olvidar   la primera idea, ésa que nos ayuda a recomponer el proyecto cuando las circunstancias y el tiempo aprietan tanto la madeja hasta casi ahogarla y que, sobre todo,  nos ayudan a acabarlo  correctamente sin añadir "hilo" de más que pueda embrollarla. Un saludo Santi. ¡Acertadisimo, como siempre!

Santiago de Molina dijo...

Gracias por tu comentario. Siempre tan amable.
Se agradece además la aportación de tu preciosos texto sobre la primera idea. Está muy bien.
Saludos

Raúl Álvarez dijo...

Miguel Villegas, precisamente eso que cuentas lo vengo pensando yo desde hace tiempo: la falta de enseñanza de metodologías creativas o proyectuales en las escuelas de Arquitectura. Lo mismo mismito. Me alegra saber que no soy el único que piensa eso, ya no me siento tan sólo...