14 de febrero de 2009

COLLAGE



No es sencillo explicar el arte contemporáneo sin hablar del collage. Y no obstante ese concepto apenas se ha empleado para definir un proceso cercano a la arquitectura. En realidad casi siempre la obra producto del collage ha sido considerada “incómoda” o “extravagante”. El collage no solo rechaza la invisibilidad del soporte expresivo, sino que para colmo, se dedica a lucir sus propósitos. La obra incómoda, en el sentido más estricto del término, intensifica al máximo su talante lúdico, lo cual significa como es necesario en todo juego, que este se lleve a cabo con absoluta seriedad. De mano del hombre, el primer collage aparece en Oriente en los alrededores del siglo XII. En Occidente es de vocación aun posterior. De mil modos, surge como trabajo inexplicable en los álbumes genealógicos del siglo XVII. Sin embargo su empleo general no se da hasta el siglo XIX. Se llaman papiers-collés. A pesar de todo, el collage como hoy lo entendemos, es un invento de Picasso de principios del año 1912. Aborda una serie de construcciones por medio de materiales frágiles e insólitos: alambres, cartón, chapa, papel, arena, cuerdas, trozos de madera, estaño, clavos, e incluso envolturas de paquetes de tabaco... A partir de aquel momento, la proliferación de esta técnica se hizo extensiva a todos los ámbitos creativos. El arte comenzó a desfigurar sus límites y se convirtieron en nebulosos los contornos disciplinares. Con el collage, ¿Qué era pintura y qué escultura?.
El collage trabajaba con un material totalmente novedoso: trastos, sobras, basura, es decir, todo lo desechado. Incluso exigía a un autor con nuevas características y con una predisposición diferente ante la obra. El bricoleur, -que será el autor de estas faenas para Levi-Strauss-, ya no pinta, es decir, no recurre al pigmento oleoso sobre una superficie, sino que emplea el pegamento para mantener unidos sus “cuadros”. De modo que la mentalidad del artista se ve obligada a experimentar con formas de trabajo que sitúan en otro nivel el hecho creativo.
Ahora bien, si Picasso es el inventor del collage moderno tal vez sea Kurt Schwitters quien mejor permite distinguir el verdadero salto del collage a la arquitectura contemporánea. El gran invento de Schwitters es el Merz. Su proyecto más importante y ambicioso fue el Merzbau. En el estudio de su casa de Hannover, desde una columna hecha de fragmentos estableció un collage en expansión constante. A partir de la diseminación, esta obra fue creciendo fuera del estudio llegando a invadir otras habitaciones de la casa. Schwitters lo llamó, simultáneamente a Merzbau, “Catedral de la Miseria Erótica”. La catedral era el símbolo vivo de la reconstrucción solidaria del país tras la guerra y, a la vez, una forma artística de colaboración. Un collage que llegó a ser completamente atípico ya que cada inclusión de nuevos elementos requería la reorganización de los demás, y hacía de éste un mecanismo maquinal, vivo, perpetuamente incompleto. Un verdadero flujo de objetos itinerantes, que elevaba a la naturaleza de ley una necesidad interna. El Merzbau participaba de una dinámica ambigua entre la escultura y la arquitectura especialmente interesante. Mientras que hacia el interior el collage se extendía en todas direcciones, el exterior mantenía su apariencia más convencional, dejando inalterados los métodos más recalcitrantemente tradicionales de la construcción. Aquel espacio apenas era posible visitarlo, debido entre otros motivos al clima político manifiestamente hostil hacia las creaciones de “arte degenerado”. Por tanto, no funcionaba como sala de exposiciones, sino como estudio. Y aunque allí llegó a estar incluso la cama del propio Schwitters, el espíritu de la obra decía que aquello era algo más que un dormitorio, que tenía vocación de crecer hasta extenderse como un salvaje virus universal.
La obra de Schwitters permite distinguir dos etapas claramente diferenciadas en el collage, que pueden ser llamadas colecionismo y reciclaje. El instante coleccionista, encuentra paradigmático el Ready-made de Marcel Duchamp. “El Ready made,(...) es el caso límite –por elemental- de la máquina. Es la máquina de pieza única, el collage de si mismo”. La selección de esos objetos se constituye de este modo, en el primer estadio del collage.
Tras él vendrá el complejo hecho del almacenaje y lo arduo de la colección. En realidad, ¿qué es coleccionar?. Etimológicamente Colligere, significa “recoger”. Sin embargo, para el collage se trata, a su vez, del instante en que se centra la atención en establecer criterios de clasificación para los objetos. El collagista llega a idealizar hasta tal punto sus trastos que los libera de la necesidad de ser útiles. Después del cansancio que produce estar rodeado por cosas que tienen la obligación de servir para algo, después incluso de haberlos buscado por basureros y los arrabales de la ciudad, el bricoleur se detiene un buen día, extasiado, ante ellos. Contemplándolos por amor a su pura objetividad.
La reordenación de los objetos coleccionados culmina en el reciclaje. Como tocados por un espíritu benigno, un aire nuevo les es dado y pasan, de ser objetos puestos fuera de uso, desperdicios, a gozar de una nueva y maravillosa existencia. De la tensión entre una colección, siempre incompleta, y la reutilización de sus objetos, brota toda la arquitectura collage.

2 comentarios:

FERNANDO ARTAL dijo...

El collage no es un invento de Picasso, son los trencadís del denostado Gaudí en el parque de Güell,sus trozos de loza pintada en fecha anterior a la obra de Picasso lo demuestran. Picasso lo vió porque vivía en Barcelona. La crítica ha ignorado esto, intencionadamente y por motivos que no mencionaré.

Santiago de Molina dijo...

Desde luego ese es un argumento interesante, Fernando.

Tristemente, para una historia donde el collage tendría su inicio en la arquitectura, a lo largo de los siglos podría haberse considerado con identicos argumentos collage, desde el trabajo de reciclaje de materiales y capiteles de la mezquita de Córdoba, por ejemplo, a la obra completa de Giulio Romano. (por no ir a mil otros casos).
Fuera de ka Arquitectura, y antes de Picasso y Gaudí, hubo una hermosa moda en el siglo XVIII de coleccionar pegados recuerdos y otras minucias sobre cuadernos. Esos "papeles pegados" han sido un antecedente más razonable para la historia del arte.
Saludos y gracias por tu comentario