26 de diciembre de 2011

TEOREMA DEL "ESPACIO AUSENTE"


Todos los ascensores, todos los auditorios, aulas y salas de conferencias, todos los espacios de uso simultáneo, baños incluidos, arrastran tras de si algo semejante a una gran bolsa invisible de espacio ausente. Esta perogrullada, que medio de guasa, como siempre se dice en un aula, supone el enunciado de un incierto “teorema del espacio ausente”, significa que delante de esos espacios existe un espacio de espera, un espacio de entrada, unos pronomios ocultos que les dan sentido pleno.
Este juguetón e improvisado teorema, que por cierto haría las delicias de cualquier escultor digno de ese nombre, tiene por corolario su aplicación a armarios, muebles, algunas sillas y otros interesantes casos...
Una conocida casa de muebles, por ejemplo, comercializa una estantería con una muesca para acoplarse al rodapié allá donde se instale. En realidad ese rodapié no encaja en ninguna habitación, sino que en si mismo significa una habitación ausente. Llevándolo más lejos, incluso la propia estantería presupone el módulo capaz de configurar esa habitación imaginaria. Para aquel arquitecto que use la estratagema de doblar rodapiés para convertirlos en tapajuntas de puertas, recurso fácil, también hablaría de las puertas ausentes y sus encuentros...
Al igual que sucede al dibujar el hueco de un ascensor, comprar una estantería a veces supone adquirir su habitación ausente. Hay muebles que salen caros.

6 comentarios:

Miguel dijo...

¿Y quñe pasa cuando esas estanterías entran en habitaciones con rodapiés tímidos que no destacan de sus enlucidos vecinos?

Santiago de Molina dijo...

Todavía peor!. Gracias y saludos

Alvaro Moreno dijo...

del teorema al poema sólo hay un paso, conseguir emocionar.y a quien lo consigue hay que agradecérselo. así que, aunque sea por otras entradas y a destiempo, gracias Santi.

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias, Álvaro!!!. Un abrazo fuerte

CUP arquitectura dijo...

Pufff... Santiago, 'el espacio ausente'. Casi nada: sencillo título lleno de sugerencias potenciales. Te quedaste en el ejemplo del rodapié pero también haces el apunte a ciertos espacios escénicos. Ni te imaginas los necesarios 'espacios ausentes' que existen: como el camaranchón, puentes escénicos, cámaras, fosos, contrafosos, almacenes, spiralifts y demás cachivaches necesarios y que finalmente quedan emparedados 'sine die'. Siempre he dicho que el espacio no es, sino por los sólidos que lo contienen, pero definir el 'espacio ausente' es una maravillosa metáfora de lo que no existe, y su no existencia es fundamental para definir un uso. Casi nada, como te comentaba al principio.
El 'espacio ausente', como bien nos enseñó el gran Miguel Ángel, se debe a la no existencia del propio espacio. El vacío define la forma, hacerlo al revés resulta ostentoso y banal.
Como siempre, tus escritos me permiten unos interesantes minutos de reflexión de los que el día a día me privan de hacerlo de modo más constante.
Un fuerte abrazo,
Justo

Santiago de Molina dijo...

El ejemplo del rodapié desmerece comparado con todos los otros que pones tú sobre la mesa..
gracias y un fuerte abrazo, Justo.