16 de mayo de 2022

BAJO EL PLANO DE EMPLAZAMIENTO

Al contrario de lo que se cree, el plano de emplazamiento (o si se quiere, de situación) no sirve para localizar una obra de arquitectura como hace, por ejemplo, un mapa del tesoro o la chincheta bermeja empleada por Google para marcar un lugar sobre una pantalla. Principalmente porque aspira a mucho más que a señalar el simple punto de llegada de un recorrido. 
Este documento encuentra vínculos, señala analogías y da pistas sobre el sentido del contexto en el que se da una obra. En el plano de emplazamiento estamos llamados a ver el sol y sus sombras. Leemos las inminentes relaciones del proyecto con su lugar nutricio. Al igual que un roble no crece igual en una maceta que en lo alto de una colina, este documento habla de las condiciones de esas raíces y ese suelo, de la escorrentía del agua, y, si se le presta atención, incluso de las huellas del pasado
La íntima aspiración de un plano de situación no se encuentra en describir un solar vacío o un espacio disponible, sino, más bien, en hacer visibles las razones por las que un espacio no es ya ni un No-lugar ni un Terrain Vague. Porque si se da un verdadero plano de emplazamiento, desaparece la vaguedad o la indefinición de un lugar. 
En resumen y aunque parezca una paradoja, el plano de emplazamiento nunca lo es. Posee espesor. Carece de planitud. Si se pudiese ver la sección de ese “plano”, o mejor, bajo él, su envés, veríamos canalizaciones y conexiones latentes como venas o vasos capilares en lugar de la superficie blanca e insulsa del resto de los planos
Dejemos pues de llamar a este importante documento de ese modo porque las obras en él, se “enclavan”, se "anclan" o se “enraízan” por algo.

2 comentarios:

Pilar dijo...

Muy interesante enfoque!

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias, Pilar.