8 de febrero de 2016

OCUPAR EL LUGAR


Una de las pocas certezas que tiene hoy la arquitectura sobre el contexto es esta: si una obra no se ocupa del lugar, ya se encarga el lugar de ocuparse de la obra. 
Curiosamente, de tanto hablar del espacio donde se asienta la arquitectura parece que se trata de un tema gastado. Sin embargo cada generación tiene que reformular la pregunta y posicionarse respecto a su incesante problemática, sea entendiendo el lugar como algo despreciable, algo sobre lo que es imposible evitar que acabe como un espacio genérico, o por el contrario entender este tema como algo excelso, de lo que pueden extraerse muchas de las energías de la futura obra. 
La arquitectura con respecto al lugar es como una de esas piedras encontradas en la playa, que fruto de la erosión y de fuerzas olvidadas apenas dicen nada a nadie, pero que todos en algún momento coleccionamos. Esos cantos gastados atraen nuestra atención por motivos diversos y se guardan con el mismo amor coleccionista que se tiene con las estampas de los viejos familiares y de los recuerdos del verano. 
Tal vez nos atraen por su belleza o como objetos de “reacción poética”, (como hacía Le Corbusier con las que recogía el mismo y que tenían ante su mirada a la hora de pintar y proyectar). Tal vez se ve en esas piedras cierta utilidad como pisapapeles o incluso como instrumental de precisión para ablandar correosos filetes... O, tal vez, como Bruno Munari, esas piedras sean lugares ocultos, latentes, donde con un solo gesto, dibujado levemente con tinta negra, se es capaz de convertir un canto en otra cosa. Entonces una piedra se vuelve un paisaje completo, remoto, que abre una ventana a lugares inesperados y que estalla gracias a la mágica combinación de ingenio, tinta y los accidentes y rugosidades específicas de cada simple piedra. 
El lugar es eso que está antes que la arquitectura. Pero no es una mera preexistencia ni un soporte mudo, puesto que con la arquitectura es el lugar mismo el que se hace presente. La arquitectura, cuando interacciona con el lugar, igual que con esas piedras, de alguna manera lo inventa, lo recrea, lo rescata. Con la sorda exclamación de un pequeño “eureka”, la arquitectura nos descubre en el lugar otra cosa que no habíamos visto antes.

3 comentarios:

Néstor Casanova Berna dijo...

"Una de las pocas certezas que tiene hoy la arquitectura sobre el contexto es esta: si una obra no se ocupa del lugar, ya se encarga el lugar de ocuparse de la obra".
Muy cierto y muy acertada la manera de formularlo.
Incluiré este texto en mi blog
Felicitaciones y gracias por tus aportes desde Uruguay
teoriadelhabitaruruguay.blogspot.com

Unknown dijo...


Leyendo sobre piedras...
http://dadun.unav.edu/bitstream/10171/27744/1/Dario_Alvarezra13.pdf

"Los bordes de tu perfil se convierten en laderas de una colina, en crestas de una montaña, en declives y precipicios abisales, tus huecos son grutas, y de las grietas de la roca fluye silente el agua.
En la Parte se esconde el Todo. Y el Todo es la Parte.
Tú, piedra, trazas el diagrama de un paisaje. Eres el paisaje mismo..."

Pikionis, 1935. Topografía sentimental.
La piedra en su intervención paisajística en la Acrópolis de Atenas se convierte en protagonista del paisaje.



Muy bonito tu blog, gracias.

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias Néstor y Clara!
Saludos