8 de diciembre de 2014

FUENTE MÁGICA


La identificación entre la columna y el árbol es tan antigua como la propia arquitectura. Desde la casa de Adán en su particular paraíso, al famoso grabado del Abate Laugier, cada árbol puede ser una columna. 
El caso es que este nunca construido soportal de Erik Gunnar Asplund para el pabellón de Suecia de la exposición universal de Artes Decorativas de 1925 fue tempranamente llamado por sus estudiosos “bosque petrificado” y ahí se quedó el asunto. Las palabras que anuncian lo evidente no tienen otro mérito que el de quien las pronuncia primero. Así, si alguien quería ganarse el sustento y hasta tener cierto prestigio como crítico de arquitectura, bastaba llegar antes que nadie a los sitios. 
Sin embargo Asplund había sido el primero en pronunciarse sobre ese bosque de columnas. No es ningún escrito o la propia memoria del proyecto quien lo pone de manifiesto sino esa fuente que colocó entre las columnas para refresco de visitantes acalorados. Esa fuente estaba cargada del simbolismo elegante de Asplund y hacía del bosque algo doméstico. O dicho de otro modo, con esa fuente el bosque de columnas toscanas no era un bosque, sino un jardín. 
El arquitecto con la inclusión de un objeto es capaz de emitir una lectura sobre las intenciones de su propia obra. Esa fuente es arquitectura hablando de arquitectura y acotando su sentido. Es, pues, una fuente mágica. Esta prórroga del sentido lograda por la injerencia de un objeto no ha perdido nunca potencia como estrategia de la arquitectura. Debiera hacerse una historia de la arquitectura de esas pequeñas cosas. 
En el año 1925, entre los pabellones se construyeron otros interesantes jardines, como el de Robert Mallet Stevens o ese otro de Le Corbusier, donde cada casa debía poder tener el suyo propio(1). Y es que desde entonces, tener un jardín es un derecho. 

(1) Cosas curiosas sucedieron en aquella exposición. Entre otras que el premio de ese pabellón de Sueco no fuera concedido a Asplund. El concurso lo ganó Ture Ryberg (según Blundell Jones) o Carl Bergsten (según López Peláez).

2 comentarios:

Carlos de Rosario dijo...

Santiago, me interesa particularmente la arquitectura escandinava y más aún la obra y la figura de Asplund...muy bueno el artículo, interesantes reflexiones, de paso, no conocía ese proyecto del maestro (y me jacto de conocer mucho de su obra)...mil gracias por compartir tu sapiencia...
te dejo, si te interesan , algunas reflexiones propias sobre el cementerio del Bosque de Estocolmo...
http://www.pointes.es/filter/suecia/Un-bosque-tres-capillas

un abrazo!

Santiago de Molina dijo...

Hola Carlos,
Muchas gracias por tu comentario y por la referencia al escrito de pointes. Asplund merece atención y sin embargo que poco se habla de él ya. Hay novedades que parecen reclamar nuestro tiempo, proponiendo lo urgente antes que lo valioso.
Un abrazo.