2 de agosto de 2010

JUGUETES


Los juguetes de construcción provocan en los arquitectos el mismo efecto que los telescopios en los astronautas y que el escaparate de las pastelerías en los niños. Se debería estudiar en profundidad en que medida esos juguetes infantiles han despertado más vocaciones que las obras completas de cualquier gran maestro. Wright presumía de haber adquirido muchas de sus habilidades gracias a un juguete de piezas de madera que el pedagogo Friedrich Froebel inventó y que su madre puso en sus manos concienzudamente.
Algo de todo ello tiene la propuesta de un desconocido Norman Mailer, homónimo del famoso escritor, quién el año 1962, planteó 15.000 apartamentos para la ciudad de Nueva York. Que la maqueta fuese construida con piezas de lego no es insignificante. La construcción es una propuesta con una importante carga utópica que crece como un juego vertical, y donde el gusto por apilar más y más piezas parece solo encontrar el límite en el derrumbe del conjunto.
La diversión aquí es doble porque el juego también lo es: El juego de la arquitectura contiene juegos subsidiarios. Aunque lo más hermoso de la imagen está en la cantidad de energía que desprende. Por un instante miren el rostro del  autor ante su construcción. Esa es, exactamente esa, la sonrisa que produce la auténtica arquitectura de la que hablaba Alejandro de la Sota.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hola santiago,al hilo de los jueguetes, seguro que encuentras interesante la lectura de :

La infancia de las vanguardias. Juan Bordes
Ed. Cátedra.

Jack Babiloni dijo...

Sugerente microtexto, querido Santiago, como ya es norma en tu "casa"; felicidades.

Ateniéndonos al principal significado filológico del verbo jugar (encomendarse a algo con alegría), inferiremos de inmediato que no hay otra manera de conjugar el verbo trabajar, más que adhiriéndolo a semejante condición lúdica, a la que, huelga decir, sólo arriban unos (muy) pocos (jugar es una virtud del alma).

No es extraño que la felicidad asome en mayores medida y frecuencia en quienes han entendido que sólo se puede (y se debe) trabajar en lo que a uno verdaderamente le conmueve (le lleve a "moverse").

Los artistas no juegan porque son felices, sino que son felices porque juegan. Cobrar por ello todos los meses del año, ya sería abusivo...
;)

Santiago de Molina dijo...

mrpink, conozco el libro de Bordes, fantástico, raro y precioso. Gracias por citarlo.

Jack, con lo divertido que es jugar, en la arquitectura, en el arte, como en el mus, el ganar debe ser...

Gracias por veranear por aquí... en lugar de, (o además de), en Benidorm. Que descansen los cansables. Saludos

Anónimo dijo...

Interesante hallazgo el tal Mailer, auqnue no todo el mundo concuerda en que ese tipo de juguetes sean realmente un entretenimiento creativo. Me sorprendió (y convenció) ver la postura de Bernard Rudofsky al respecto. Adjunto enlace a un breve post que he escrito sobre el tema por si a alguien le interesa echarle una ojeada:
http://bailarsobrearquitectura.wordpress.com/2014/02/21/juegos-de-ninos/
Saludos,
Iago López