10 de febrero de 2010

CAZAR

 


Las ideas poco importan en realidad. El verdadero arquitecto abandona su idea inicial por otra que aparece cuando busca la forma de la que quería. Y se encuentra convertido en alguien más poderoso y serio, cuando al aparecer esa otra forma, no solo la reconoce sino que la recupera y direcciona.
La idea es un ser con ramificaciones, por eso no basta solo con ella. La práctica del proyecto de arquitectura obliga a perseguir, no la idea de una simple dirección, sino sus posibilidades. El arquitecto acecha la trayectoria de esa idea compuesta por forma y sentido, y, poco a poco, la condensa en el proyecto.
A ojos del espectador final de la arquitectura, esa forma trasmite sin resquicios la sabiduría y la capacidad inventiva del creador. Sin embargo el arquitecto solo ha sido un cazador preciso y sereno que ha batido su presa, igual que un león entre gacelas.

4 comentarios:

Andrés dijo...

Desde luego que no vale sólo con al idea. Un abrazo, A.

Santiago de Molina dijo...

Desde luego que no, Andrés.
Abrazos

Manuel Malagón Álvarez dijo...

A veces, resulta más interesante el proceso que lleva de un esbozo inicial al resultado depurado de la obra construida, o a un punto intermedio, que el objeto propiamente construido.

Santiago de Molina dijo...

Tal vez si más interesante. Pero finalmente la arquitectura se juzga por lo construido y, desde mi modesto punto de vista, a ello se debe el arquitecto.
Solo en lo construido el objeto es verdaderamente comunicable para la sociedad.
Al arquitecto seguramente le basten los procesos, pero me parece que no al resto.
Se que decir esto, entre la arquitectura de papel que nos rodea, es subversivo.
Gracias por participar, es bien sugerente lo que planteas.