11 de diciembre de 2009

EQUILIBRISMO



Por diferentes motivos, la importancia del trabajo de Paul Rudolph no ha sido aun suficientemente valorado. Sus obras, tal vez por su barroca y fiel continuidad a la herencia del movimiento moderno, han sido un referente formal no declarado tanto para los metabolistas, como para arquitectos europeos y españoles como Javier Carvajal.
Sin embargo la imagen de la arquitectura que hoy nos ofrecen sus obras contrasta con las de su entorno vital. Su oficina de Nueva York era un festival de situaciones y experimentos espaciales. Mesas elevadas, pasos absurdos, almacenes impensables.
La ausencia de objetos de valor, la tosquedad y crudeza del espacio contrasta con su uso, cercano al trabajo circense. Una oficina aun sin faldas, donde la jerarquía no va ligada a los niveles de ocupación del espacio, (y donde el propio Paul Rudolph ocupaba un altillo junto a un enorme ventanal del que colgaban enredaderas como cortinas).
Esta imagen resulta quizás una buena metáfora del trabajo del arquitecto: entre el tablero y el equilibrismo y es capaz, aun hoy, de sugerir una atmósfera de trabajo vital y dinámica, capaz de impregnar la de por si exuberante arquitectura de Rudolph.

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