30 de septiembre de 2009

INOCENCIA



Tal vez exista algún arquitecto inocente, pero no la arquitectura. La arquitectura nunca lo es.
El croquis de Njirc y Njiric para un proyecto en Zagreb, se regodea en esa paradoja. La sencillez de los trazos no resta importancia al hecho de que bajo ellos se esconda la ciudad como un soporte continuo capaz de sostener todas las actividades humanas. A nadie se le escapa que eso es toda una teoría de la arquitectura.
Como lámina flexible que es, el proyecto es manipulable y se enrolla igual que un artículo de pastelería. Entonces las capas de soporte y de uso se alternan y surge en perfecta continuidad una sección de arquitectura como sabroso bizcocho urbano.

28 de septiembre de 2009

SOBRE LA LUCHA DEL ARQUITECTO Y LA OBRA



Siempre tiene la realización de la obra de arquitectura algo de extraordinario.
Además de aparecer la sorpresa de lo anticipado por el proyecto, - que de alguna manera siempre es un ejercicio de adivinación- , aparece un instante vertiginoso en que todo lo planificado se desbarata, todo se atropella y precipita.
Al sustituir el futuro del acto de proyectar por el presente alegre del construir, el papel del arquitecto se trastoca y se convierte en un obrero más. Difumina su hacer con el de otros trabajadores y tiene que confiar en sentidos diferentes a los usados en el proyecto. Entonces el tacto, la experiencia y el oído le permiten actuar, quizás por última vez antes de que la obra se desprenda de él, lenta y progresiva, como la despedida a un largo viaje.
Esa última posibilidad de participación en la obra, la búsqueda de la mejora que trata de eliminar lo imperfecto y superarlo, la esperanza de que una vez ejecutado, el global logre redimir lo que para nosotros son ahora fallos e imprecisiones, - como antes lo consiguieron las grandes obras del pasado- , es parte del irrenunciable deseo de perfección, pero también una secreta fe en la arquitectura como acto de comunicación.

23 de septiembre de 2009

OBJETOS MULTIUSOS



No es frecuente encontrar en arquitectura objetos verdaderamente multiusos. Al menos no como el que se da sobre uno de los muros de la Case Study House 16, de Craig Ellwood.
Las distancias entre pies y manos, la lucha contra la fuerza de la gravedad y las posturas infantiles por intentar la escalada, conviven en esas barras ancladas en vertical que son también una escultura.
El doble uso ha sido anticipado y propuesto sabiamente por el arquitecto, a quién seguramente no molestará si también unas toallas son allí secadas al sol. A fin de cuentas las barras de acero sobre el muro se metamorfosearán en algo serio y respetable por la noche, y serán capaces de ser lucidas como obra de arte intocable en una velada de adultos.

21 de septiembre de 2009

SENCILLEZ


Asociar conceptos como sencillez y elegancia no es novedad. Hablar de ambos como algo deseable tampoco. Hay una sencillez dolorosa como la cabeza de Nefertiti y hay otra que es alegre y natural, como lo son algunas flores silvestres y todas las nubes. Este croquis de Sanaa para la casa Moriyama es de ese tipo de sencillez alegre de las cosas que ofrece la naturaleza.
Algo tan alegre, tan sencillo, encierra siempre un misterio trascendente. La mejor palabra que se me ocurre para hablar de este croquis es la de franciscano.
Me pregunto si habrá alguna relación entre el Zen y el Santo de Asís.

18 de septiembre de 2009

BEING ANDREA PALLADIO

Tan solo por lograr absorber las irregularidades de la edificación existente con un lenguaje renacentista, la Basílica de Vicenza de Andrea Palladio merece su fama. Si a esas virtudes se suman la capacidad de articular la complejidad de los espacios urbanos que la rodean y la inventiva de unos ritmos constructivos sorprendentes, su lugar en la historia del arte parece un hecho de mera justicia.
La disonancia entre la realidad oblicua y la ortogonalidad que Palladio dibuja para la Basílica en sus cuatro libri es significativa. Impugnar una realidad imperfecta es un deber para alguien que cree en un mundo capaz de alcanzar orden por medio de la arquitectura.
En el año 2002, Francesco Venezia supo hacerse eco de ese tema olvidado. Por medio de la inserción de una pieza regular, rectangular, en el corazón del edificio, éste pasa a ser otra cosa. El edificio así multiplica sus capas, como una cebolla, efectivamente, pero eso es circunstancial. El pasado se altera al crecer ahora sobre un centro ordenado y de nuevo oblicuo. Entonces el proyecto de Palladio es otro y adquiere nuevo sentido.
El croquis de Francesco Venezia es un torbellino de líneas que se retuercen en ese centro de la Basílica. Como si con la fuerza de su trazo fuesen capaces de compensarlo todo. Siendo esa la auténtica voluntad de Palladio, solo era cuestión de esperar los ojos capaces de verlo.
La exposición de Venezia apenas duró unos meses, arrasada por otra más de tantas. Poco importa. Fue tiempo suficiente para hacer del proyecto de Palladio, para siempre, algo en equilibrio.

16 de septiembre de 2009

DIBUJAR


Los dibujos del Pabellón Sonsbeek, en Arnhem, Holanda, de 1966, se muestran aquí como la búsqueda a tientas de un ignoto paisaje de formas. En algunos esa búsqueda se da con la punta de los dedos y en otros a manos llenas.
“Dibujar, pero dibujar como se palpa con los ojos cerrados una forma, intentando reconocerla, pues el tacto es mucho menos simbolizante que la vista, el tacto no se anticipa, no descuida, no añade la memoria al instante.
(Hay otro dibujo que es lo contrario a éste, un dibujo que es-pira, mientras que aquel inspira. Dibujo de liberación, impetuoso, que se apresura hacia su goce, hacia la posesión de lo que quiere ver.)”. (1).
A los proyectos que solo existen en sueños se les da una reputación que no merecen. La secreta alegría que desprenden estos dibujos de Aldo Van Eyck radica en que iluminan y acercan la realidad al proyecto. Lenta, dulce y pacientemente.

(1) VALÉRY, Paul, Cuadernos, (1894-1945), Ed. Círculo de Lectores, Barcelona, 2007, pp 347).

14 de septiembre de 2009

LAS EXTRAÑAS RELACIONES DE LE CORBUSIER Y EL QUIJOTE


Cuando se rasca con cierta atención sobre los actos vitales de Le Corbusier, sus amores y sus obsesiones, aflora una extraña concepción del universo. En este sentido la relación del pintor suizo con el tema del Quijote es llamativa.
Está bien documentado su paso por Madrid en 1928. Este dibujo lo dejó estampado en el libro de visitas de la "Residencia de estudiantes". El texto es un batiburrillo tan oscuro como la misma ilustración, y aun hoy ambos siguen sin ser bien interpretados: “No, Mr. Guitarra, los jóvenes no se dejan engañar por el dinero, ya que se ocupan de renovar los viejos molinos”. En el dibujo le vemos cargado de sus libros y atacando el academicismo que por aquí creyó encontrar. Al fondo el Monasterio del Escorial, tras la enorme guitarra, que visitó con el arquitecto García Mercadal y cuya fotografía sigue siendo la imagen más memorable de su paso por Madrid. Sobre el dibujo aparece deformado el tema del Quijote junto a otras manías gráficas: exacto burro encontramos, por ejemplo, trazado en otros lugares en idéntica pose. Casi como un sello. Tampoco es Sancho quien ataca molinos que son solo imaginados en la cabeza del hidalgo.
Le Corbusier ha tratado el tema del Quijote en su lucha contra los imaginarios molinos de viento en varias litografías y pinturas (1). Es para él un tema central que parece encontrar en el personaje de Cervantes una metáfora inspiradora de la tarea del artista y ha sido algo recurrente hasta extremos increíbles. Guardaba entre los libros de su biblioteca un hermoso volumen del Quijote de 1847. Dicho ejemplar lo mandó encuadernar con la piel de su perro, Pinceau, muerto en 1945. Para Juan Calatrava, ese acto “constituyó un acto de amor y sacrificio” y será exaltado en 1955 en la litografía nº 76 de Le Poeme de l´Angle Droit.
Nadie sabe cuanto de productivas son ese tipo de obsesiones para el trabajo del arquitecto, el caso es que por extraño que parezca, Le Corbusier siempre parece sentarse ante el tablero del estudio libre de ellas. Quizás su obra gráfica no sea más que el exorcismo para lograrlo.

(1)  En 1943 pinta sobre contrachapado un cuadro titulado Le Cheval de fiacre o Don Quichotte, descrito en JORDON, N. Y J.-P-, Le Corbusier (Charles-Edouard Jeanneret). Catalogue raisonné de l´oeuvre peinte, Milán, Skira, 2005, Vol. II, pp. 776 y 777, citado en CALATRAVA, Juan, Doblando el Ángulo Recto, Siete ensayos en torno a Le Corbusier, Círculo de Bellas artes, Madrid, 2006, pp. 27

10 de septiembre de 2009

LA VENTANA CONTRARIA



Ya nadie piensa en las ventanas. Un paño de vidrio parece resolver siempre el problema y eso impide poner sobre la mesa las verdaderas cuestiones de ese objeto maravilloso.
La ventana guarda siempre una relación mágica con el mundo. Es un evento arquitectónico de una profunda doble dirección: Son ojos para ver pero también madrigueras que acogen la mirada.
Baudelaire nos lo recuerda :”El que desde afuera mira por una ventana abierta nunca ve tantas cosas como el que mira una ventana cerrada. No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, más tenebroso, más deslumbrador, que una ventana iluminada por una vela: lo que se puede ver al sol siempre es menos interesante que lo que pasa detrás de un vidrio. En aquel agujero negro o luminoso vive la vida, sueña la vida, padece la vida”(1).
El maestro Oíza ha dicho que la ventana cerrada es, en principio, el fundamento de la casa de todo hombre. Así, la ventana es el lugar donde sale a borbotones la vida vivida por el habitante.
La ventana es la hernia del verbo habitar, que se asoma al exterior de la arquitectura por donde puede.

(1)  BAUDELAIRE, Charles. Pequeños poemas en Prosa, Ed. Espasa Calpe, Madrid, 2000, pp. 81.

8 de septiembre de 2009

UNA CITA


Aquel que se tome el tiempo de estudiar con el detenimiento que merece la logia de Bramante en la basílica de San Ambrosio de Milán, descubrirá que, además del uso de unas proporciones sorprendentes para una ciudad acostumbrada a las aspiraciones del gótico, existen unas pequeñas columnas que se escapan del canon renacentista. Sus fustes simulan el tronco de un árbol y parecen hacerlo con la clara intención de hacer referencia a su origen vegetal.
Al llegar a la arcada central, las pilastras se acumulan y apilan como en una colisión de tráfico. Primero el vegetal, tosco y sin desbastar, después y ya sobre el plinto, la basa y el fuste plano, por último, el fuste acanalado en dos tramos. Mediante la presencia del mecanismo de la cita, esta obra se sitúa dentro de un universo de autoconciencia de lo que supone la arquitectura y simultáneamente se convierte en un comentario sobre sus orígenes, (tema sobre el que los teóricos de la arquitectura continuarán sin descanso hasta bien entrado el siglo XIX).
Si la cita es aquí un mecanismo digno de estudio no es solo por su capacidad de alterar el futuro y generar sus relecturas, ni tampoco porque resuenen en él los incesantes ecos del pasado. Lo es por ser una máquina multidimensional, capaz de servir con exquisita habilidad al orden global de la logia al resolver el problema compositivo de enlazar las pilastras que reciben arcos de diferentes dimensiones, y a la vez, construir allí toda una teoría del pasado de la arquitectura por un mecanismo semejante al de un moderno story board o un comic.

4 de septiembre de 2009

VENTANAS SIN CRISTAL



A Peter Eisenman no le sentó nada bien que la noche antes de una exposición en la última planta del Instituto de Arquitectura y Estudios Urbanos de Nueva York, uno de los participantes, Gordon Matta Clark, reventara con una escopeta de aire comprimido todos los cristales del edificio.
Eisenman ordenó recolocarlos de inmediato aludiendo su semejanza con “la noche de los cristales rotos” nazi. Seguramente Gordon Matta Clark no había caído en eso. Pero el plan estaba bien meditado y era coherente con el título de la exposición: "Idea as a model". Si el gesto era una acción con sombrías referencias, sin embargo contenía mucho de la irreverencia propositiva de Matta Clark hacia la universidad de Cornell, los Five architects allí expuestos, y la misma arquitectura como allí se entendía.
El gesto de romper en pleno mes de diciembre en una ciudad como Nueva York los cristales de un edificio suponía, a efectos prácticos, convertirlo en algo inutilizable. Ese punto es precisamente el centro de todas las experiencias artísticas abordadas por Matta Clark: Lo que no puede ser utilizado, aun siendo rico desde el punto de vista espacial o urbano, no es arquitectura sino arte. Es decir, lo inútil nunca podrá ser arquitectura. Desde esa definición él era a todas luces el más funcionalista, el más antiformalista, de todos los allí expuestos.
Con todo, la acción si bien clara, no era precisamente muy sutil. Una ventana sin vidrio posee otros matices que también fueron pasados por alto y ante los cuales ni siquiera alguien como Eisenman podría haber argumentado en su contra. Un recóndito poeta sueco era, sin saberlo, el mejor aliado de Matta Clark:

“Ventana sin cristal es soledad y desamparo, cristal fuera de su marco, desperdiciado, triturado, o quizá nunca estuvo allí, ventana incompleta, abandonada antes de tiempo.
Una ventana así es un marco sin cuadro, o el cuadro se alejó y devino paisaje real afuera, o, visto desde afuera, una abertura hacia un cuarto, y no más un límite entre la habitación y el infinito, ya no más una cercana e invisible protección contra el viento, la lluvia, el frío.
Los pájaros la descubren y sin vacilación empiezan a entrar y salir del hueco sin cristal, triunfantes, rápidas como dardos, como si jamás confundieran una ventana verdadera con una de esos agujeros cuadrados en la pared (pero qué ocurriría si inesperadamente uno pusiera un cristal nuevo en la ventana: ¿se estrellarían los pájaros en su incontenible costumbre y se aplastarían contra el cristal?).(...)
La ventana sin cristal me habla en el silencio de su vacío, en la capitulación de su ausencia, pero lo que en realidad me dice, eso no puede ser simplemente traducido en palabras concisas.” (1)

Es posible soñar la coincidencia en el tiempo y en el espacio de Gordon Matta Clark y el autor de esas líneas, Artur Lundkvist, disfrutando esa noche de 1976 como dos chiquillos con la escopeta prestada de Dennis Oppenheim, mientras iban abatiendo furtivamente todos los prejuicios sobre lo que es una ventana y la mismísima arquitectura.

(1) LUNDKVIST, Artur, Textos del ocaso, Ed. Montesinos, Barcelona, 1984, pp.16