17 de marzo de 2009

ESTAR EN LAS NUBES (IV)


Estas nubes pertenecen a Juan Borchers. Se encuentran en uno de sus cuadernos de notas.
Las nubes son aquí masas en las que se muestra su evolución. Estas nubes actúan como una forma en movimiento. El arquitecto anota al margen la hora en que realiza el dibujo.
La filogénesis de cada una de las nubes, procede de la anterior. Existe un relato en la evolución de esas masas de vapor de agua. Pero un relato vacío de voluntad arquitectónica de ningún tipo desde el punto de vista de la forma. Es un relato blanco, puro, sin la intención de generar algo que deba cumplir una misión o un uso, y sin necesidad de justificarse. Por decirlo con otras palabras, es un relato del tiempo traducido a forma.
Es importante señalar aquí las diferencia entre un tiempo medido en términos digitales y un simple reloj de manillas: en el reloj digital el futuro desaparece. Vemos señalado solo el instante. La aparición sucesiva de los números llenan un presente que se escapa. Sin embargo el reloj de manillas o el reloj de sol, muestran un tiempo pasado y un tiempo por venir. Una promesa de futuro. (Podemos incluso expresarlo en esos términos cuando decimos que faltan 20 minutos para que llegue la hora).
Por tanto, no es tanto un reloj del presente como del trascurso del tiempo. Desde esa óptica podemos ver el Panteón como una maquinaria igualmente concebida para ver ese paso del tiempo. Pertenece a ese mundo en el que la arquitectura parece diseñada para señalar la eternidad que deben durar los dioses.
Al igual que un reloj de sol anticipa y promete las horas por venir en el Panteón, esas nubes de Borchers narran el trascurso del tiempo en términos de evolución de la forma de modo mucho más cercano al reloj digital. Es un tiempo arquitectónico diferente al de la obra de Adriano porque los cambios de las nubes son inconstantes y variables. Esas formas en evolución son una "obra abierta" en la que la nube sucesiva es impredecible, (o mejor dicho, poseen unas leyes de modificación que las hacen impredecibles). También, esas nubes de Borchers son todas las nubes. En ellas queda, misterios de la vida, relatada una tarde en que Juan Borchers se dedicó a pintar nubes.
Esa capacidad tiene el dibujo no solo de atrapar al objeto sino al mismo dibujante.

3 comentarios:

Valerian dijo...

Sólo un pequeño detalle técnico. El panteón que conocemos hoy no es de Agripa. Según la historia vista hoy en día (ver Blanca Muro o incluso la wikipedia) parece que la reforma actual del espacio interior es de Adriano.

Santiago de Molina dijo...

Está bien visto. No solo eso sino que, como sabes, el Panteon de Agripa fue destruido en un incendio, aunque conserva la inscripción en el frente que rememora la autoría de Agripa.

Santiago de Molina dijo...

De hecho, si os parece lo vamos a modificar en el texto. Gracias Valerian