7 de marzo de 2009

CONTEXTOS


Mucho más inspirador que los objetos que produce la arquitectura, son las relaciones que se producen entre esos objetos y lo que les rodea. Esto habitualmente es lo que se ha dado en llamar contexto. 
El trabajo del arquitecto es más delicado e intenso en cuanto que en realidad se refiere siempre al espacio complementario del objeto arquitectónico. Dicho en otras palabras: Una de las mayores riquezas del arquitecto es que trabaja, no con materiales, - eso es una cuestión de alguna manera secundaria -, sino con ese espacio ausente que rodea los objetos. Trabaja con un ente intangible que debe ser previsto y manejado con medios indirectos. Exacto a como un mentalista dobla cucharas sin tocarlas. 
Las formas crean vínculos, establecen relaciones, afinidades. La arquitectura con su entorno llega a conformar un tipo especial de vibración. Los objetos se vinculan y extienden por medio de conexiones secretas e invisibles. Algunos objetos, por medio de esas conexiones consiguen ampliar su condición estática o dinámica. Se convierten en objetos anudados o se desligan. Si esos lazos son tensos en exceso, pueden llegar a romperse. En ocasiones, esas líneas se extienden saltando de unos objetos a otros hasta distancias inverosímiles. Simultáneamente, ese espacio ausente de relaciones puede modificar los estados internos del objeto propuesto. En ocasiones, hasta aniquilarlo. 
El contexto así descrito es como una maraña intangible que nace de las formas y vuelve a ellas en líneas de doble dirección. Esa maraña de enlaces, es un tejido que actúa en múltiples estratos de la cultura y que es capaz de trabar incluso obras no construidas del pasado o del futuro. 
En ocasiones, incluso de otras disciplinas.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Hola:
¿Podemos entender que estos lazos que circulan a nuestro alrededor actúan de forma inconsciente en nosotros?
De alguna manera, sin el individuo la arquitectura no se entendería a nivel espacial (considero que el ser humano es el objeto principal mediador entre la forma construida y el espacio o "vacío") es, por tanto, que dichos vínculos entre objetos se entiendan también como una maraña de "tensiones" que circulan a nuestro alrededor y que nos afectan a nosotros. Actúando como la estridente música de los "fast-food" o la lluvia contra los cristales. Están ahí y los "oímos" pero no los "escuchamos".
¿Hasta qué punto lo consciente y meditado puede llegar a convertirse en algo inconsciente o intuitivo?,¿pasa lo mismo con la arquitectura?
¿Podemos llegar a un punto en que la apariencia de un edificio, absolutamente premeditada por un arquitecto, pueda convertirse en algo que parezca casual, algo que podamos intuir y que podamos "ver" pero sin embargo nos cueste "mirar"?
Muy interesante el texto; creo que cosas así pueden ayudarnos a acercanos a una mejor y mayor idea de lo que es la arquitectura.

Santiago de Molina dijo...

Gracias por tus comentarios.
Hay muchas cuestiones de las que planteas sobre las que es difícil tratar.
Se supone que con el proyecto de arquitectura interaccionan las personas. Que gran parte de la información sea o no consciente depende de muchos factores, sobre todo culturales me parece. Pero la suma de todos son los que hacen que una obra sea o no capaz de resonar en las personas y provocarlas.

Unknown dijo...

¿Entonces, en definitiva, "todo" influye en nosotros?
Quiero decir, el modo en que percibimos un proyecto puede tener más o menos distintas visiones o que actúen de forma distinta en nosotros (no a todo el mundo le gusta Koolhaas o Calatrava); esto lo podríamos situar a un nivel más exterior y "estético". Algo, que de alguna manera se hace diferente para cada uno de nosotros porque lo "vemos" de forma distinta (aquí entran en juego nuestra personalidad, gusto, etc.).
Sin embargo el carácter, por así llamarlo, "inconsciente" de una obra actúa igual para todos (espacios claustrofóbicos que nos producen tensión; espacios diáfanos que nos transmiten calma...)
¿Influyen, por tanto, ambos caracteres: el consciente, exterior y puramente "estético"; y el inconsciente e intuitivo de igual modo?
¿Al final, no hay un factor dominante en todo esto; “algo” que nos hace detenernos delante del Coliseo, el Vaticano o el Seagram?
Si ninguno de los dos domina al otro, estas cuestiones se complementan como una suma de sensaciones y gustos estéticos que podríamos valorar en dichos edificios como algo que puramente estético nos llama la atención y algo que formalmente sobrecoge nuestra mente; ambas cuestiones en igual medida y con la misma valoración. Y sin embargo, (por lo menos yo) uno acaba olvidándose de lo bonito que resulta, constructivamente, el Coliseo para pensar en que la majestuosa obra debió ser hecha por gigantes.

Unknown dijo...

Lo siento, a lo mejor no se me ha entendido. Cuando quería decir "construido por gigantes" quería decir eso mismo; una arquitectura “enorme”, desmesurada y fuera del alcance de la escala humana.
La idea de ruina creo que puede venir dentro del desarrollo "estético" del edificio; ya que es algo que no fue premeditado por los arquitectos de esa época.
Gracias por contestar mis comentarios.

Santiago de Molina dijo...

Seguramente del Coliseo, por concretar, impresionan también cuestiones como "lo enorme" (Koolhaas por citar a alguien que nombras lo llama Bigness) o la idea de ruina, por ejemplo.
No sé que pensais...